La historia de Januca y sus lecciones
Por Marina Rosenberg, Embajadora de Israel en Chile
Porque sumergidos entre velas, janukiot y sevivonim, no debemos olvidar que el milagro de la liberación de Janucá se dio como respuesta a la dominación helenística, la cual trató de restringir la vida judía como tal.
En otras palabras, hablamos, nuevamente, de antisemitismo, un flagelo que nos ha perseguido por siglos y que sigue vigente y en permanente evolución, incluso aquí en Chile.
Por lo mismo, resulta indispensable actualizar la definición de antisemitismo a los tiempos que corren y enfrentar este fenómeno con los estándares actuales.
En este contexto, resulta de gran utilidad la definición adoptada en 2015 por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por sus siglas en inglés), la cual señala:
“El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos, que puede expresarse como odio hacia los judíos. Las manifestaciones retóricas y físicas del antisemitismo se dirigen hacia individuos judíos o no judíos y / o a sus propiedades, a las instituciones de la comunidad judía
y a sus centros religiosos”.
Cabe señalar que algunas actitudes o acciones antisemitas pueden estar dirigidas además al Estado de Israel, concebido como un colectivo judío.
Bajo la definición del IRHA, algunos ejemplos de antisemitismo serían los siguientes: formular acusaciones falsas, deshumanizadas, perversas o estereotipadas sobre los judíos; propagar teorías sobre el poder de los judíos como colectivo, por ejemplo, el mito sobre la conspiración judía mundial o el control judío de los medios de comunicación; negar la ocurrencia de la Shoá, o acusar a los judíos como el pueblo responsable de un perjuicio, real o imaginario, cometido por un judío en particular.
En la definición del IRHA, también se consideran los intentos de vincular malintencionadamente a los judíos con su patria histórica, Israel.
En ese sentido, también se considera antisemitismo acusar a los ciudadanos judíos de ser más leales a Israel; establecer comparaciones entre la política israelí actual y la de los nazis; y considerar a los judíos como responsables de las acciones del Estado de Israel, atacar a los judíos por defender la legitimidad de Israel, entre otros ejemplos.
Si bien es cierto que denunciar estas actitudes o conductas puede ser considerado exagerado por quienes no conocen las implicancias del antisemitismo, es indispensable sostener una posición firme y sólida en la defensa de nuestros derechos.
En tal sentido, la memoria y la resiliencia han sido desde siempre los conceptos fundamentales para nuestra supervivencia como Pueblo.
Sin embargo, y a propósito de las enseñanzas de Januca, pareciera que la memoria y la resiliencia requieren de un catalizador adicional: la unidad.
En efecto, tras su victoria inicial, los hijos de Matitiahu el Maccabeo asumieron el liderazgo judío, pero con el correr del tiempo extraviaron el rumbo cayeron en disputas internas, lo que determinó el fracaso de su proyecto nacional.
Por eso, en este fin de año, el mensaje que nos debe convocar es la unidad para la acción. Es que solo unidos y fieles a lo que somos, podremos enfrentar con éxito los grandes desafíos que tenemos como pueblo y concentrarnos en nuestra tarea de ser una luz para las naciones.
*Las opiniones de la editorial no necesariamente representan la opinión de La Palabra Israelita.