La percepción de lo divino comienza en el asombro
Por Máximo Beltrán, por Comunidad Israelita de Concepción
“Nuestro objetivo debe ser vivir en un asombro radical… levantarnos de mañana y contemplar al mundo de tal manera que no demos nada por descontado. Todo es increíble; nunca tratemos a la vida casualmente. Ser espirituales es vivir asombrados.”
Daniel Fainstein, decano y profesor de Estudios Judaicos de la Universidad Hebraica nos formula esta interrogante ¿Pero quién es Abraham J. Heschel?, Sin duda es una de las figuras más relevantes del pensamiento judío que dejo una herencia muy difícil, porque implica una vara muy alta en términos de compromiso moral y espiritual que se requería en un conflictivo siglo XX, en donde no esquivó su responsabilidad de líder espiritual, enfrentándose con todo su marco teórico judío ya no desde lo religioso sino desde la vereda espiritual.
Les traigo tres citas de sus contemporáneos, la primera la dijo uno de los grandes expertos en estudios islámicos, hablando de un pensador profundamente judío; Seyyed Hossein Nasr, Profesor de estudios islámicos, Universidad George Washington.
“Heschel es uno de los más significativos pensadores religiosos de Estados Unidos. Su mensaje permanece relevante no solo para el judaísmo contemporáneo, sino para los seguidores de otras confesiones religiosas, y aún para aquellos sin una fe específica, pero que buscan el sentido de la vida humana en nuestro mundo caótico.
Culmina con este párrafo: Fue simultáneamente un pensador metafísico, un teólogo, un observador espiritual, un agudo comentarista de la condición humana, y un activista social y político”
Otra cita del gran intelectual y pensador afroamericano, Cornol West de la Universidad de Harvard. “A. J. Heschel fue la mayor figura profética judía en el bárbaro siglo XX. Necestitamos de la sabiduría, el coraje y la compasión del inimitable A. J. Heschel.
Culmina con este párrafo: El futuro del mundo depende, en parte, de considerar seriamente su legado como testigo profético.”
Fíjense un pensador islámico y académico de más alto nivel, otro pensador afroamericano, uno de los mayores expertos en temas de identidad étnica; y por último una cita de adentro, esto está tomado de una carta, publicada mucho tiempo después de su muerte.
“Cito su obra cada día. De todas las voces que invaden mi ser, la suya es la que más me hace tomar conciencia de la seriedad del vivir, la belleza del judaísmo, de la importancia de mantener nuestra tradición con vida…
Estoy convencido de que los seres humanos continuarán estudiando sus palabras dentro de muchos siglos. Sus enseñanzas, su amor y su compresión significan más para mí cada día…”
Esta es una frase del Rabino Marshal Meyer quien fue discípulo de Abraham J. Heschel y uno de los líderes del Movimiento Masorti y de los creadores del Seminario Rabínico Latinoamericano y un gran activista por los DDHH en la Dictadura Militar en Argentina.
El impacto que genera Abraham J. Heschel en este universo disímil de personas, nos invita a revisar a su biógrafo Edward Kaplan y detenernos en una de sus líneas; nos dice de Heschel “sintetiza importantes influencias culturales del judaísmo contemporáneo”; en efecto, podríamos resumir su periplo de formación desde que sale del guetho siendo un rabino jasídico con la intensión de descubrir el mundo occidental y su cultura; estudia en un seminario Liberal, y su obra se plasma en la docencia en un Seminario Conservador. Nunca dejó de ser fiel a su formación de origen, espejeando su relato y reconstruyendo otro; fue en ese viaje de contante asombro donde su propuesta espiritual dialoga con el hombre.
Podemos resumir su obra en dos conceptos; La comprensión de la realidad del espíritu y la dimensión sagrada de la existencia.
El año 1955 publica “D’s en busca del hombre”, obra reeditada en 1988 por el seminario Rabínico Latinoamericano; un manifiesto espiritual donde la pregunta por el hombre es la antesala de las cuestiones en torno a la divinidad. El hombre es el punto de partida de la pregunta por la trascendencia. Se requiere ubicar nuestra función en el mundo y el rol que debemos desempeñar en la vida de otros que, en su propia búsqueda, se encuentran con nosotros. La gran pregunta por lo absoluto es la que Heschel aborda; pero no se trata de una pregunta de contenido exclusivamente intelectual, sino que es incluyente de la sensibilidad y la intuición.
Una obra donde la prosa acusa la existencia de un gran poeta, lirica que hace llevadera la lectura de un gran texto, donde desarrolla en pocos párrafos temas de honda espiritual, separado en tres temas: D´s, Revelación y Respuesta.
En la pág., 55, Heschel ya nos sentencia; “El hombre cayó en la trampa de creer que todo puede sr explicado” Entre las muchas cosas que nos tiene reservada la tradición religiosa, hay un legado de asombro; claro, si tomamos las cosas como obvias, anulamos la capacidad para comprender el significado de D’s; sin duda la indiferencia al sublime portento de la vida, vendría a ser la raíz de los grandes errores de la humanidad.
Damos por hecho el despertar de cada día; convencidos que el mundo es su propia explicación y que no es necesario trascenderlo para explicar su existencia (quizás como nota al margen, Heschel no escribe a un hombre en particular; su prosa el para el hombre que busca, sea judío, cristiano, musulmán o como dije más arriba, aun al que no tiene ninguna confesión o identidad espiritual).
El judío observante todavía abre y cierra el día con un Shemá; y agradece la fidelidad de D´s para con nosotros al amanecer; nos entregamos al asombro de la vida, porque esas plegarias son preludio para otros conocimientos; porque la ritualidad es parte del asombro, no dejando que nuestros símbolos y ritualidades queden en la arqueología del papel añejo; si no resignificamos, porque resignificar también es asombrarnos de los nuevos contenidos que nuestra Tora nos va revelando.
En la página 59 dice, “A medida que la civilización avanza, el sentido del asombro declina… El comienzo de nuestra felicidad radica en comprender que la vida sin asombro no merece vivirse. Los que nos falta no es voluntad de creer, sino voluntad de maravillarnos”. La antítesis del asombro vendría a ser el fundamentalismo, ese conocimiento estático y medieval que los teólogos dialogaron durante siglos la humanidad. Heschel termina la cita:, “En las últimas centurias esa negativa preeminencia les corresponde a los científicos”.
Sigamos maravillándonos, ante aquello que otros llamaran obvio; Heshel nos invita asombrarnos, porque es el inicio de la Percepción de lo divino.