Antisemitismo en Yom Kipur
Por Por Grace Agosin
De todas maneras, quisiera decir que las Altas Fiestas las pasé en Adas Israel Congregation (Washington D.C.), cuya misión me cautivó: “Fomentar la alegría a través del judaísmo”. Primera sorpresa en erev Rosh Hashaná: detector de metales, además de presencia policial en toda la zona. Sentí la diferencia y se me hizo patente que vengo de otro lugar.
Dentro de la sinagoga sentí el espíritu festivo definido en su misión. Dos rabinas y una jazanit sobre la bimá, muchas mujeres con kipá, todo tipo de vestimenta, todo tipo de personas; una combinación fantástica que representa la diversidad del judaísmo.
Me presentaron a la rabina, quien me invitó a asistir a Iom Kipur. No logré llegar a Kol Nidrei, sin embargo, al día siguiente fui a Izkor, como lo hago sagradamente desde hace 19 años para rezar por mi padre.
En la noche, la salida de la Neilá me demostró que la sinagoga estaba más llena de lo que parecía. Cientos de personas avanzaban por una calle pequeña, custodiada por dos autos y un furgón de policía. Fue en ese preciso momento en que me pregunté qué estaría pasando en otros lugares del mundo y qué podía pasar allí donde yo estaba. Sentí miedo porque todos los que caminábamos hacia la avenida principal estábamos expuestos; incluso pensé en todas las posibilidades de un ataque en ese momento. Ese miedo me perturbó, sobre todo después de una instancia tan profundamente espiritual.
Sin saber aún del atentado en Alemania, pensé en los 11 asesinados en Pittsburgh hace justo un año. Pensé que en 2018 en Nueva York hubo un aumento del 83% en delitos de odio, de los cuales el 59% fue dirigido a judíos (World Jewish Congress).
El antisemitismo latente en las sociedades nos pone en peligro, pero también el desconocimiento y la ignorancia.
Esta ignorancia se aprecia en la encuesta de Claims Conference de 2018, que da cuenta de que, en EE.UU., dos tercios de los millennials no saben qué es Auschwitz. Lo mismo con el 41% de adultos.
Este dato no dista mucho de algo quizás más grave. En Europa, en donde se desarrolló la Segunda Guerra, uno de cada tres europeos no ha oído hablar del Holocausto (encuesta CNN en siete países de Europa). Se mantiene la ignorancia en donde es inaceptable que esto ocurra.
Entonces, sigo aseverando que la ignorancia y el antisemitismo tradicional hacen que, por ejemplo, en Francia se produjeran 541 atentados antisemitas en 2018, lo que significa un aumento de 74% con respecto a las 311 agresiones del año anterior (Agencia para los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, FRA).
Pero, aunque parezca difícil de creer, el récord de ataques en Europa se produjo en Alemania: 1.646 actos antisemitas, un aumento de 9,4% en relación a 2017, según estudio solicitado por el Parlamento. Parece increíble, pero Alemania muestra el nivel más elevado de crímenes antisemitas de los últimos diez años, y no puedo dejar de conmocionarme.
Allí, en donde se dictaron las Leyes de Nuremberg, donde se arrebataron los derechos civiles a los judíos, en donde se quemaron sus libros y destruyeron sus casas y tiendas, en donde se construyeron campos de muerte para asesinar a seis millones de judíos y a tantos otros millones de comunistas, eslavos, homosexuales y discapacitados. Precisamente allí. Es algo que no logro entender. Algo que no logro aceptar.
Quizás el ataque en Halle no debería sorprendernos tanto. Sólo confirma una tendencia incomprensible.
A propósito de este terrible ataque, el diario El País de España aseguró que: “Europa se enfrenta a un peligroso repunte del antisemitismo”, y hace la precisión de que ya no es sólo el antisemitismo neonazi de ultraderecha, sino también aquel inspirado por el yihadismo.
Latinoamérica no está exenta, de hecho Argentina sufrió el sangriento ataque a la AMIA. Antes había sido la Embajada de Israel en Buenos Aires. Más recientemente y para sorpresa de muchos, un un hombre convertido al islam asesinó de David Fremd en la tranquila localidad de Paysandú, Uruguay.
Cuando recuerdo que Félix Klein, comisionado alemán contra el antisemitismo, desaconsejó el uso de la kipá, me doy cuenta de lo difícil que puede resultar ser judío. Cuando se canta “el próximo año en Jerusalem”, hay un deseo de estar en nuestra tierra milenaria, pero aquellos que estamos en la Diáspora también tenemos un deseo de estar seguros en la práctica de nuestra fe.
Yo, por ahora, tengo claro que en el primer aniversario del ataque de Pittsburgh participaré en el llamado del AJC Washington #ShowUpForShabbat (Ven a Shabat), que busca “expresar nuestra voz colectiva por un mundo libre de antisemitismo, odio e intolerancia”.
Jatimá tová y que a partir de este año podamos disfrutar de nuestras tradiciones sin temor.
Instagram: @graceenwashington