El nuevo orden mundial de Donald Trump
Desde Nabucodonosor hasta los británicos, Israel ha sido blanco de poderes imperiales O como dijo Donald Trump, Gaza tiene “una ubicación fenomenal, al borde del mar, con el mejor clima”. Mirado desde el punto de vista histórico, el medio oriente siempre ha sido “una ubicación fenomenal”, el puente estratégico y cultural entre este u oeste. Y para el colmo, flotando encima de un mar de petróleo.En poco tiempo, el segundo gobierno de Trump ha desafiado no solamente el orden internacional sino también el orden constitucional de EEUU. Dentro de tanto ruido-nes difícil discernir una lógica coherente. De hecho, muchas de las políticas anunciadas tendrán el efecto contrario a lo que Trump dice querer lograr: castigar y hacerle bullying a amigos y aliados solo los alejará de la esfera de influencia gringa. Los países de Latinoamérica estarán más incentivados a acercarse a China, que ofrece premios más atractivos. A la vez, criticar a la cultura milenaria europea y el orden post-guerra que los mismos estadounidenses crearon simplemente animará a los europeos -incluyendo a Alemania – a remilitarizarse e incluso convertirse en poderes nucleares, como ha insinuado el nuevo canciller alemán. Y ¿qué del medio oriente? ¿Trump realmente quiere ‘tomarse’ Gaza porque sería un lindo lugar para construir resorts playeras? Suena, a primera vista, como las alucinaciones típicas de un emperador. El Herodes de Palm Beach.Pero para entender a Trump es bueno mirar más allá de la región, y escuchar con atención lo que dice cuando se refiere a otros casos. Trump no se guía, ni en su vida familiar ni en sus negocios, ni en la política, por el amor, la ideología, la curiosidad intelectual, o lealtad. Su norte es el beneficio propio, sacar ventaja, medida antes que nada en dólares, y muy secundariamente en poder (que también mide principalmente en dólares). Desde esta perspectiva, Trump cree que EEUU construyó un canal en Panamá de la cual otros se benefician. Ve que Canadá y Groenlandia son ricos en minerales críticos que EEUU va a necesitare. Trump cuenta los miles de millones que EEUU ha invertido en la OTAN y los ve como un regalo hacia Europa – continente con la cual no tiene ninguna afinidad cultural ni histórica – manteniendo a los europeos en un estado permanente de dependencia y aprovechamiento. La OTAN, además, está diseñada para proteger a Europa en contra de Rusia, país que el presidente admira por su autoritarismo, su cristianismo conservador, y su uso despiadado del poder. Trump no puede comprender que el orden post-guerra fuera creado para resguardar los propios intereses de EEUU. Del mismo modo, el medio oriente es hoy, para Trump, un dolor de cabeza y un gasto innecesario. Cada cohete del Domo de Hierro le cuesta a EEUU casi $40.000. Los mil y medio millones anuales que EEUU le pasa a Egipto para mantener a ese país como aliado, han sido, para Trump, una mala inversión si es que Egipto no sigue sus órdenes (como aceptar refugiados palestinos). Ni hablar de los desastres militares de Irak y Afganistán.Por el otro lado, Trump ve en los países del Golfo y en Arabia Saudita, empresarios con los cuales puede negociar, culturas interesadas en generar utilidades, construir rascacielos y hoteles, y abrirse a la influencia cultural gringa, sin aceptar el tan despreciado liberalismo cultural. Esto es lo que permitió, al fin y al cabo, triangular intereses para lograr los Acuerdos de Abraham entre los Emiratos e Israel, ambos pujantes, ricos, innovadores, dispuestos a llegar a un ‘deal’ .Pero después del 7 de octubre, Israel – por razones bastante entendibles – se volvió sectario, más preocupado de la seguridad que de los start-ups, más emocionalmente frágil e inseguro, y menos políticamente estable. Existen un montón de preguntas sobre lo que viene en la política post-guerra: ¿Qué pasará con el juicio de Netanyahu? Cuánto poder tendrá la extrema derecha? Existirá una izquierda viable? ¿Se hará una investigación a fondo sobre las responsabilidades militares y de inteligencia del 7 de octubre? ¿Cómo se pagarán los costos financieros de la guerra? ¿Quién gobernará Gaza? ¿Qué hacer con Cisjordania?A Trump no le interesan estas situaciones complejas. Mucho más fácil tomar un terreno destruido y soñar en construir sus casinos, con capital árabe, socios rusos, y una población local desplazada a quién-sabe-donde. Son los sueños de un emperador. Y es verdad: los emperadores logran construir cosas – edificios, monumentos. Pero los emperadores, desde Julio César hasta Nicolás II de Rusia, en general terminan mal.*El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de La Palabra Israelita.