Aprendiendo a rezar en casa III
Por Gachi Waingortin
La bendición preliminar es la Bendición del Tiempo. Bastante larga en Shajarit, más breve en Arvit, consagra a D-s como creador del tiempo, es decir, el creador universal de todo lo existente. En Shajarit de Shabat, las palabras “kol” (todo) y “lejá” (a Ti, las mismas letras en orden inverso) abundan, indicando que D-s es uno porque es todo. Reconocer a D-s como el dador del tiempo nos exige focalizar nuestra atención en lo que estamos haciendo con ese regalo.
La segunda brajá previa al Shemá es la Bendición del Amor y nos hace tomar conciencia del amor de D-s por el pueblo de Israel. Siendo muy similares, la brajá de la mañana y la de la noche tienen algunas diferencias. Por ejemplo, en Shajarit leemos “Ahavá rabá ahavtanu”, con abundante amor nos amas. En Arvit decimos “Ahavat olam beit Israel amjá ahavta”, con amor eterno amas a tu pueblo Israel. ¿Por qué decir “ahavá rabá” a la mañana y “ahavat olam” a la noche? En momentos luminosos, cuando las cosas van bien, sentimos “ahavá rabá”, amor abundante. Pero en la oscuridad de la noche, cuando las cosas no van tan bien, sentimos que el amor se desvaneció. Cuando nos falta “ahavá rabá”, amor abundante, debemos recurrir al “ahavat olam”, el amor eterno. Esta reflexión vale en nuestra relación con D-s y también con nuestros afectos. Los momentos amargos que toda relación tiene pueden opacar a los momentos dulces. Debemos almacenar el amor abundante de los buenos tiempos para nutrirnos de él en los no tan buenos.
La idea central de la segunda brajá previa al Shemá es que si D-s crea al mundo con y por amor, tenemos la obligación como humanidad de retribuir tal amor. El amor de D-s por Israel se expresa a través de la entrega de la Torá. “Torá umitzvot, jukim umishpatim, otanu limadta”, nos enseñaste la Torá y las mitzvot. D-s nos ama; y porque nos ama y como muestra de ese amor, nos entrega la Torá con sus leyes (como un padre muestra su amor hacia el hijo poniéndole límites). La forma que tenemos los judíos de retribuir el amor de D´s expresado mediante la entrega de la Torá, es aceptando la Torá, “venismaj bedivrei Torateja leolam vaed”, alegrándonos eternamente con las palabras de la Torá. “Ki hem jaieinu veorej iameinu”, porque las mitzvot son nuestra vida y el largo de nuestros días, nos disponemos a proclamar la unicidad de D´s declarando nuestro compromiso con una vida de mitzvot, reconociendo y retribuyendo el amor divino.
El Shemá Israel comienza con la conocida frase “Shemá, Israel, Adon-ai Elo-heinu, Adon-ai Ejad”, Escucha, Israel, Adon-ai es nuestro D-s, Adon-ai es único. ¿Qué significa escuchar? ¿Por qué “escucha” y no “mira”, “cree” o “confía”? ¿Por qué repite tres veces el concepto de D-s, no sería suficiente decir “Escucha, Israel, D-s es uno”?
“Escucha” y no “mira”, porque cuando miramos lo hacemos en una sola dirección, mientras que los oídos captan la señal en todos los sentidos. “Escucha” y no “cree” porque la acción es más importante que la fe y escuchar exige prestar atención. Rashi explica la palabra “Shemá”, escucha, como “hitbonen”, presta atención, reflexiona, internaliza. Así, la unicidad de D-s no es un concepto abstracto, nos exige actuar.
Repite tres veces el nombre de D-s para decir dos cosas: la primera, Adon-ai Elo-heinu, D-s es nuestro; la segunda, Adon-ai ejad, D-s es uno. La primera aseveración nos habla de la relación especial de D-s con el pueblo de Israel; la segunda habla de la unicidad de D-s. Pero la combinación de ambas en una sola frase podría llevarnos a la idea chauvinista de que D-s es uno solo y solamente nuestro. Los exégetas tradicionales se negaron a aceptar que el monoteísmo judío excluya a los otros pueblos. La idea de un D-s único debe necesariamente incluir a toda la humanidad, pues si D-s es creador de todo debe ser también el D-s de todos.
Rashi plantea que “Adon-ai Eloheinu” es hoy, mientras que “Adon-ai ejad” será en los tiempos mesiánicos. En este mundo incompleto e imperfecto, los judíos reconocemos a D-s como el único que rige los destinos de la humanidad. Pero llegará el día cuando todos los pueblos Lo reconozcan como uno y único. Las palabras del Aleinu corroboran esta idea: “Baiom haú ihié Adon-ai ejad ushemó ejad”. En aquel día, D-s será uno y Su nombre, único. Cuando llegue el Mesías, cuando el mundo esté finalmente redimido, toda la humanidad reconocerá que D-s es único, no solo en Su poder sino también en Su identidad. Hoy muchos aceptan la unicidad de D-s, pero los caminos para llegar a Él son diversos. Pero llegará el día en el cual los caminos para llegar a D-s también se unifiquen. Decir que Su nombre será uno, no implica que todos serán judíos, sino que habrá una sola forma de llegar a D-s y que la humanidad estará unida en tal unicidad.
Todo esto lo aprendí del rabino Joel Levi, director de la Yeshivá Masortit de Jerusalem. Él explicó también que, cuando una relación es de amor verdadero cuando una relación es de amor verdadero, el objeto de ese amor es uno y único, no porque no exista otro objeto similar, sino porque el amor lo hace único. Así, cuando el marido dice a su esposa: “Tú eres única” no está negando la existencia de otras mujeres, sino que, para él, no hay otra mujer. Mientras debamos intuir a D-s y no seamos capaces de percibirlo de una manera directa (como sucederá en la era mesiánica) cada pueblo tendrá su propia relación con D-s.