Cómo sobrellevar la educación en casa y no morir en el intento
Por LPI
Pero lo que quizás para muchos era un panorama idílico se ha transformado en un dolor de cabeza. Porque entre la educación remota de los hijos, el teletrabajo de los padres y el estrés que provoca la situación de pandemia, el “Homeschooling” se ha vuelto un gran desafío tanto para los chicos como para los más grandes. Por eso conversamos con dos especialistas y dos familias para conocer sus opiniones y experiencias, de manera de entregar datos útiles que permitan hacer este proceso más efectivo y llevadero para todos.
Recomendaciones
especializadas
“Es difícil, en época de pandemia, hacer un juicio arbitrario respecto a si es o no efectivo el “Homeschooling” como método educativo”, señala la psicopedagoga de adolescentes, Michelle Levy. “Si nos ponemos en el caso ideal, en el que los padres tienen muy buen manejo en lo referido a educar como tal, no deben hacer teletrabajo, se cuenta con una buena conexión y los hijos/estudiantes no están sometidos al estrés del encierro y distancia social, claro, es efectivo. Pero sabemos que ese mundo perfecto e ideal en rarísimos casos puede darse”, señala, agregando que “es fundamental entender que en estos momentos, lo más importante no es que nuestros niños se mantengan al día en sus conocimientos escolares, sino ayudarlos con el fortalecimiento de habilidades para la vida, sobretodo las socioemocionales”.
Para la psicopedagoga Emma Finkelstein, especialista en trastornos del aprendizaje y dificultades académicas, el “Homeschooling” puede ser un proceso exitoso para el gran porcentaje de los niños si hay colegios y padres organizados. “De Primero a Cuarto Básico, ojalá que los colegios manden las rutinas prácticamente hechas, porque la mayoría de los papás no tienen la experiencia en esto”. Además, cree que para los niños que no sufren de trastornos de aprendizaje, “que tienen la capacidad de organizarse en el espacio, en el ambiente y en la estructura, la pantalla es un anexo, es una forma distinta de aprendizaje”. Pero, para los estudiantes que tienen alguna dificultad, es caótico. En esos casos, los padres han tenido que asumir el rol de educadores. “Pero yo diría que para el mayor porcentaje de los niños, si son capaces de estructurarse y tener una rutina, no sé si van a aprender lo mismo que en una sala de clases, pero sí tienen la capacidad de poder aprender”, señala.
Por eso, su principal recomendación es contar con una buena rutina, diaria o semanal, que considere horarios, tiempos de estudio, de juego y de descanso. “El tema de la rutina les arregla la vida, que los niños sepan cuándo parte esto, cuándo termina, que los ayuden a ver las horas y los días de la semana, también los desangustia y los ayuda a manejar a frustración”. Emma recomienda también que los educadores y padres recurran a herramientas gráficas y audiovisuales, que son recursos “súper ricos, que los ayudan a concentrarse y a poder aprender”. Sin embargo, cree que frente a la situación actual “el sistema se va a tener que modificar por completo, los sistemas de evaluaciones y los currículums. Los colegios particulares tienen currículums súper exigentes, y -en esta realidad- estos no se van a poder llevar a cabo”.
Para Michelle Levy, es evidente que la mayor carga en este proceso de educación a distancia se la llevan las madres. “De las mamás, efectivamente, se espera que estemos a cargo de las tareas de los niños, cocina, aseo, contención emocional y encargada del entretenimiento en casa. Sin embargo, con todo lo que hemos avanzado en la igualdad de género, cada vez más vemos a los padres involucrados tanto en la crianza como en las tareas del hogar. En estas circunstancias en que tanto madres como padres deben teletrabajar, he podido ver como se las ingenian para repartir las tareas de forma bastante igualitaria. La recomendación es a establecer también rutinas al respecto, con tareas que cada uno deba realizar, ¡siempre invitando a los niños a participar!”.
¿Qué pasa con el cumplimiento de currículums y objetivos? Para Levy, “esta es una situación rarísima y extremadamente estresante para los niños. Hemos visto cómo han aumentado los cuadros de ansiedad y angustia. Si pensamos en la prevalencia de las dificultades de aprendizaje que tenemos hoy en día en los establecimientos educacionales, es una utopía pensar que todos los niños pueden aprender desde la pantalla de un computador, sin recibir mediación ni acompañamiento de cada uno de los procesos por unidad de aprendizaje”. Por eso, cree que “debemos bajar la vara. Mi recomendación es a lograr una actividad diaria hasta Cuarto Básico, dos hasta Octavo y la totalidad hasta Cuarto Medio. La salud mental es fundamental, no olvidemos que nuestros niños y niñas deberán, eventualmente, volver al mundo y enfrentar la “nueva normalidad”, y queremos que lo hagan bien, tranquilos y contentos, no presionados ni atemorizados por los resultados o aprendizajes no adquiridos”.
Por su parte, Emma considera que no se puede esperar que este año se logre todo, “ y yo creo que este año no van a volver al colegio, por lo que el próximo año va a tener que ser casi un 2x1, porque no es justo que repitan por algo que no es culpa de ellos y tampoco es justo que esperen aprender todo en la casa con un sistema al que todos se están recién acostumbrando”.
Testimonios
Ariela Mendel y Gerardo Weinstein tienen tres hijos: Gabriel de 4, Yair de 10 e Igal de 12, todos alumnos del Instituto Hebreo. “Con todos ellos se ha dado una dinámica distinta”, señala Ariela, quien trabaja en el rubro de la computación y pudo contar con un computador extra, de manera que cada uno puede conectarse a su propio dispositivo. Sus tres hijos se han conducido de diferente manera frente a la actual situación, relata. Igal, el hijo mayor, “ha estado súper independiente, atento a los horarios y clases por Zoom. Le ha ido incluso mejor que en las clases presenciales, le encanta lo remoto y maneja la tecnología la maneja al revés y al derecho. Ha sido una experiencia muy positiva para él”.
Su hijo del medio también ha mostrado una gran responsabilidad, pero no maneja la tecnología tan bien, entonces por eso le ha costado un poco lograr “cosas básicas con las que uno está acostumbrado, pero que para un niño es súper distinto, como traspasar de un PDF a un Word, o bien sacar una foto con el teléfono y enviártela por mail”. Para ellos, ésta es una oportunidad para enseñarle herramientas tecnológicas. Y él se lo ha tomado así también. Pero requiere más apoyo de los papás.
Con Gabriel, el más chico, “hay que estar súper encima y hay que enseñarle de otra manera”, porque no maneja la tecnología y le cuesta seguir instrucciones. Cree que es el más afectado por la falta de interacción y estímulo. Los dos más grandes siguen comunicándose con sus amigos, pero él se está perdiendo todo eso. Con los más grandes la rutina resulta más llevadera, no así con el menor.
Déborah Lewin y Marcelo Hilsenrad, en tanto, tienen dos hijas: Denise y Dominique, de 13 y 15 años, también alumnas del Instituto Hebreo. “Al principio les costó un poco agarrar el ritmo”, cuenta Déborah, pero en general “mantienen una rutina, y siento que están ocupadas, que están entretenidas, tienen hartas tareas y se organizan bien”.
Ellas mismas administran sus tiempos y tareas, tienen sus horarios de descanso también, “y les ha dado por cocinar, cosa que no hacían”. No han salido prácticamente en los dos meses desde que cerró el colegio y echan de menos juntarse con los amigos, “pero dentro de todo lo terrible que ha sido esto, ha sido bastante llevadero”, comenta la mamá.