COVID como musa de narrativas en conflicto
Por Esther Croudo, Ingeniero Comercial Universidad de Chile, Co-fundadora Alianza Antofagasta y miembro Directorio ampliado CJCh
Las razones no son menores. Contracción de la economía China, alto desempleo en EE.UU. y una Europa pronosticando la peor recesión de su historia.
Entre ellos, Chile, que se ve fuertemente amenazado. La dependencia externa de las cadenas de abastecimiento, el fuerte peso de las industrias de materias primas sobre nuestras exportaciones, el bajo nivel de inversión en I+D, ya nos ponía en una posición particularmente vulnerable. Sumado a ello nuestro debilitado tejido social, que nos anticipa un panorama difícil de poder remontar, al menos durante el 2020.
En materia económica y según la Encuesta de Expectativas del Banco Central correspondiente al mes de mayo, se proyecta una caída de un 2,7% en el PIB del país para este año. Condiciones en las que el empleo se resentirá fuertemente, las empresas con problemas de liquidez la pasarán mal y donde las soluciones de mercado no serán suficientes.
Para todos es claro que el Estado deberá involucrarse más aún. El escenario se vuelve keynesiano, al menos en el corto plazo.
Ya el Financial Times lo advirtió en su editorial: “Los gobiernos deben aceptar un rol más activo en la economía”. Rodrigo Vergara ex presidente del instituto emisor chileno, concuerda, el Estado necesitará actuar rápido para apoyar a las empresas. Y en la misma línea el titular de Hacienda, Ignacio Briones, asegura estar analizando distintos mecanismos de ayuda para éstas.
Hay consenso entonces. Será urgente priorizar la sobrevivencia de las empresas. Su fuerte impacto sobre el resto de la economía, sobre el empleo y el sistema financiero nos moverán a asegurar su estabilidad para en lo inmediato cuidar las fuentes laborales y posteriormente garantizar la reactivación económica.
Pero no solo será el momento de conciliar la eficiencia privada, con la fortaleza del estado, será también el momento de repasar las acciones que vayan en pos de la reconstrucción de nuestro dañado tejido social.
De no hacerlo el populismo nos pueda causar una mala jugada. La combinación estallido y pandemia nos deja vulnerables. Susceptibles ante nuestros temores, nuestros dolores y con la necesidad de buscar culpables.
“Years and Years” es un retrato adelantado de aquello y de cómo la demagogia actúa conquistando espacios cuando nuestro mundo conocido en lo afectivo y en lo económico se nos derrumba.
Por ello, no sólo la economía está en jaque. Hoy también es la narrativa la que entra en conflicto. Estamos en un momento en el que las narrativas sobre prosperidad, libertad y tecnocracia se están cuestionando.
Y ante esto, más allá de solo salvar la economía, previo a superar la crisis sanitaria, la pregunta fundamental es: ¿Cuál es el mundo que se abre post pandemia?
Asumir que ésta crisis requiere expertos, en salud, en ciencia, en economía es una obviedad que debe ser aceptada. Pero entender que en la crisis de narrativa estamos todos llamados a aportar, no es tan evidente.
“Este es el mundo que construimos. Todos somos responsables, cada uno de nosotros”, dice la asertiva Muriel en el más notable monólogo de la serie británica. Implorándonos con ese llamado a que reflexionemos sobre nuestro actual desafío. No sólo en el ámbito de cómo recuperar empleos, levantar inversión, proteger empresas, sino también en la búsqueda de fórmulas para reconstruir nuestras relaciones y hacernos cargo de las amenazas que han puesto al mundo de cabeza alejado de nuestras antiguas certezas.
Hoy entramos en un territorio nuevo, desconocido, cruzado por las grandes incertidumbres que amenazan al mundo y que vendrán a cuestionarnos si reforzar lo público, la cooperación multilateral, la solidaridad global o devaluar la globalización y las democracias. Espero que desde nuestras libertades escojamos sabiamente.