Distintas recetas para un mismo resultado
Por LPI
Gustavo Perednik:
Perednik es Doctor en Educación, autor de más de 20 libros, académico de la Universi-dad Hebrea de Jerusalem y experto en judeofobia, concepto que define a continuación.
¿Por qué se genera tanta confusión en torno al concepto de antisemitismo? ¿Es una manipulación o responde a que el concepto es poco claro?
-Definitivamente es una manipulación de las palabras, no tiene nada que ver con una confusión. El concepto antisemitismo no tiene nada que ver con los semitas, si fuera así nunca habría existido en antisemitismo en la historia humana, no habría ni un solo antisemita en el planeta, porque tendría que ser alguien que odia a los semitas. Esa es una manipulación de la palabra para poder herir a los judíos, “Cómo voy a ser yo antisemita si soy semita”. Pero no es algo original, el anterior presidente de Siria, Hafez Al Assad, y el dictador libio Muhamad Gadafi lo utilizaron. Es un argumento infantil aprovechar que una palabra fue mal inventada para confundir. Entonces, lo que hay que decirle a quien esgrima ese argumento es: “Señor, no mienta”, no expli-carle la palabra.
Entonces el concepto correcto es “Judeofobia”, ¿por qué?
-La particularidad de la judeofobia -que no es una fobia en el sentido de un miedo, que es el sentido original del griego, sino entendida como su concepción en la sicología, es decir, como un odio- es que parte de una fantasía absoluta, no es como los otros odios de grupos, que son una distorsión de la realidad, sino que es una mentira desde el comienzo. Por ejemplo, si yo soy xenófobo, en general acuso a los extranjeros de ro-barme los puestos de trabajo, de aumentar la tasa de criminalidad, o algunas otras variantes. Lo que hago es distorsionar la realidad, porque los extranjeros no tienen la culpa de lo que estoy planteando, pero es real que hay desocupación y hay criminali-dad. Pero el que acusa a los judíos los acusa de ser deicidas, de matar a D-s, de domi-nar el mundo, de usar sangre de niños cristianos, de haber inventado el Holocausto. Todos estos mitos judeofóbicos no son una distorsión de la realidad, son una fantasía pura. Y por eso caen en la violencia con tanta facilidad, con más facilidad que en el caso de otros odios de grupo.
La judeofobia tampoco requiere al objeto del grupo para ejercerse. No se puede ser misógeno si no hay mujeres en tu sociedad, no puedo ser racista si todos son de la misma raza o no puedo ser xenófobos si no hay extranjeros. Pero el judeófobo no ne-cesita de judíos. Se puede ser muy judeofóbico aun cuando no hay judíos.
¿Cuál viene a ser la relación entre judeofobia y odio a Israel?
-Hay muchos que se ocupan de los palestinos solo cuando pueden demonizar a Israel en el camino. La verdad es que el único país que se preocupa de los palestinos es Is-rael. Yo soy pro palestino, tú eres pro palestina, porque queremos que los palestinos vivan en democracia y puedan gozar de todas sus libertades.
El antisionismo es el modo moderno de la judofobia. Si no les preocupa ningún otro país en el mundo, si guardan silencio sobre todo lo que pasa en el mundo, y solo les importa el país judío entre todos los países, eso es judeofobia. Es un absurdo, es como decir que yo estoy en contra de Chile, pero contra los chilenos no tengo nada.
Gerardo Stuczynski: “El virus del antisemitismo que asola al mundo desde hace siglos”
El dirigente comunitario uruguayo Gerardo Stuczynski es autor de “Historia de Israel. Las fuerzas ocultas de la epopeya judía” (Almuzara, 2017), un texto inigualable para com-prender la historia de la creación del Estado Judío. Conversamos con él para conocer sus impresiones sobre la confusión conceptual entre antisemitismo y antisionismo.
En estos momentos parece no haber, a nivel de opinión pública, una diferenciación entre antisemitismo y antisionismo. ¿Qué cree que puede explicar este fenómeno?
-En tiempos de pandemia creo que cabe establecer un paralelismo con el virus del anti-semitismo que asola al mundo desde hace siglos. El coronavirus afecta al sistema respi-ratorio y el antisemitismo carcome los espíritus. No cabe duda que el antisionismo es la mutación que le permitió al virus del antisemitismo adaptarse a los tiempos modernos. En la actualidad no es políticamente correcto manifestar abiertamente un odio religioso o racial (aunque el judaísmo no es una raza, pero Hitler exterminó seis millones de judíos utilizando ese fundamento). Entonces surge el odio político que significa oponerse a la autodeterminación nacional del pueblo judío. Eso es el antisionismo, la variante delta, la última mutación del antisemitismo. De entre casi 200 países en el mundo solo le cuestio-na el derecho a existir a uno, a Israel, que es el Estado Judío. Eso sin ninguna duda es dis-criminación. Y la discriminación contra el judío se llama antisemitismo. No hablo de las críticas a un gobierno democrático, que son legítimas e incluso saludables, sino de consi-derar ilegítima su mera existencia.
El antisionismo, al menos en Chile, ya es parte de la agenda de variados actores políticos, que buscan impulsar proyectos de boicot a Israel. ¿Por qué esta causa, relacionada con el conflicto palestino israelí, llega a ser tan relevante en la política local latinoamericana?
-Entiendo que el caso de Chile es particular en América Latina, por albergar la comunidad palestina más grande del mundo luego de los propios territorios palestinos. Si de verdad existiera solidaridad con sus hermanos, los palestinos en Chile estarían luchando contra los gobiernos antidemocráticos, corruptos y terroristas que hoy controlan a su pueblo, ya sea Al Fatah en Cisjordania o Hamás en Gaza. Se opondrían a la violación de los Derechos Humanos, a la falta de libertades, a la discriminación que sufren las mujeres y las mino-rías sexuales o religiosas. Siendo la enorme mayoría cristianos expresarían su repudio y solidaridad por la terrible persecución que sufren los cristianos en esos territorios, que de hecho disminuyen aceleradamente su número. Sin embargo, están obsesionados contra Israel. Creo que inspirados por un sentimiento profundamente antisemita que ellos de-nominan antisionista para embanderarse con una consigna que luzca más digna.
Está comprobado que uno de los efectos que tienen las medidas de boicot contra Israel es perjudicar a los propios palestinos, pues disminuyen sus puestos de trabajo. Así que en realidad no hay solidaridad alguna con los palestinos, sino odio a Israel. Dado que el anti-semitismo está profundamente arraigado en la cultura occidental en general y latinoame-ricana en particular es muy lamentable que esos políticos puedan conseguir votos y popu-laridad con ese tipo de discursos o proyectos.
¿Cuál es la situación en Uruguay en este sentido?
-Entiendo que en los últimos tiempos se ha dado una evolución positiva. El gobierno no cayó en el absurdo circo de las tradicionales condenas a Israel en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, cuya mayoría de miembros no respetan los de su propia población.
Como es tradicional, sí hubo durante la última guerra contra Hamás declaraciones de grupos políticos condenando duramente a Israel, sustituyendo el conflicto real contra Hamás como si fuera la lucha contra el pueblo palestino. Se saltearon deliberadamente la naturaleza islámica radical y terrorista de Hamás que oprime a su pueblo y no se moles-taron en mencionar los 4.300 misiles que lanzaron sobre población civil israelí. Esas pos-turas están dirigidas a un público que consume esta narrativa sin importar los hechos y que nosotros, como comunidad judía, intentamos que cada vez sea menor explicando la verdad. A esa actividad la llamamos “esclarecimiento”.
Otro “campo de batalla” se plantea en las redes sociales, donde cada quién puede expre-sarse de la manera que quiera. No solamente durante el transcurso de la guerra, el resen-timiento, las tergiversaciones y las teorías conspirativas estuvieron y están a la orden del día. Pero eso, como un efecto más de la globalización, se da con mayor o menor intensi-dad en todo el mundo.