Divino (y activo) tesoro
Por LPI
¿Cuál es la oferta de programas y proyectos del CIS para los jóvenes, y qué segmentos etáreos abarcan?
-Las ofertas de programas y proyectos del CIS para los jóvenes se mantienen en formato digital, tanto para los pequeños con Kef, a través de Instagram, como con Bet El con clases, espacios y peulot durante los días domingo, lo cual ha sido un éxito durante este primer semestre. En el caso de universitarios, a través de Arkavá por plataforma Zoom y -por supuesto- también en lo que es Kesher y Kivún en adolescentes, a través de distintas dinámicas, por ejemplo Instagram, Zoom y plataformas que permiten juegos digitales con ellos, en los que tienen que elegir cartas, jugar, dibujar, y sobre todo sentir que están interactuando como se hace de manera presencial.
Seguimos ofreciendo actividades y construcción de comunidad y sentido, a pesar de la cuarentena, desde las edades tempranas de un año, hasta los 35 años en lo que respecta a los jóvenes. Es decir, todo lo que ofrece de manera presencial el CIS, lo sigue ofreciendo de manera digital. Pero sumado a todo ello, lo que hemos incorporado son llamadas más puntuales, más extensas a los jóvenes. Era algo que no lo hacíamos previo al Corona virus, pero sí lo hemos incorporado para darle profundidad al vínculo y a la relación. Una de las desventajas es que el espacio de encuentro presencial era una posibilidad de intercambio social que ahora desaparece. Y por eso las llamadas telefónicas o entrevistas vía Zoom, como -por ejemplo- almuerzos con jóvenes, nos permiten conocer en qué andan, cuáles son sus preocupaciones, motivaciones e ilusiones o avances en sus vidas.
¿Cuál es el objetivo de esta parrilla de programas? En el fondo, ¿cuál es la propuesta que el CIS hace a los jóvenes a través de esta oferta?
-El objetivo, por supuesto sigue siendo el mismo: fomentar la continuidad y crecer en espiritualidad y práctica judía. La propuesta del CIS, a través de esta oferta, es que sigan ligados a temas que vuelvan a conectar su alma con un propósito de elevación y de santidad, que puedan incorporar mitzvot a su agenda y que sientan que el judaísmo les ofrece algo superador, de trascendencia y construcción de sentido en sus vidas, además de crear el marco social entre ellos mismos para discutir temáticas que en la vorágine del día a día, con su universidad, sus estudios y sus compromisos, a veces no afloran sus visiones judaicas. Por eso es que el objetivo de la parrilla es acercarnos, desde todos los puntos de vista, a una experiencia diferente para ellos, que sea exclusivamente judía.
Y lo último, ¿cómo crees que los jóvenes reciben esta propuesta y cómo se involucran en la comunidad?
-Sorprendentemente, es la generación que nació en la tecnología y en Internet. Al inicio, fueron los más motivados para poder acercarse a Zoom, pero con el correr de las semanas y de los meses de aislamiento, éste se volvió lo más tedioso, porque era la misma plataforma durante horas y horas, debido a que la universidad también la utiliza. Ahí tuvimos que innovar y mostrarnos más flexibles respecto de qué era lo que pasaba en nuestro Zoom, y por supuesto no podíamos competir con una clase formal en esta plataforma, sino que intentamos trasladarnos hacia una conversación amena. Probamos otras plataformas y dinámicas, e incluso armamos – en vez de experiencias masivas, grupales- reuniones más pequeñas, de a dos o tres personas, para que los temas emocionales pudieran aflorar y así ir en profundidad, con grupos más pequeños, donde tal vez era más fácil exponer temas individuales.
Ciertamente, en grupos de más de 10 personas vía Zoom, es complejo -y más desde la casa- abrirse a temas individuales, personales, y por eso los grupos más pequeños nos ayudaron a seguir enfrentando la pandemia. Hoy en día tenemos grupos masivos, grupos reducidos, almuerzos con jóvenes, llamadas telefónicas personales y sobretodo buscamos una exclusividad del vínculo y del diálogo.