El día después de la pesadilla
Por LPI
“Fue un terremoto en mi vida”
Claudia Arueste tiene 39 años y es Ingeniero Comercial. Trabaja hace 12 años en Ripley, ahora como compradora de Belleza, cargo en el que está desde hace unos ocho años. Está casada con Eduardo Feldman desde hace seis años, y es mamá de dos hijos, de 3 y 4 años de edad.
Nos habla desde su casa, donde mantiene cuarentena y reposo con licencia. “El virus llegó a Chile el 3 de marzo y yo empecé a tener síntomas el 15 de marzo. Me empecé a sentir rara, la verdad, como dos días antes, pero asumí que me había contagiado un virus que habían tenido mis guaguas. Ese día amanecí con fiebre, me sentí pésimo, no podía más del dolor de cabeza. Y justo ese día, un amigo con el que yo había estado me contó que estaba con fiebre y tenía Corona virus. Fui a la Clínica Alemana el lunes, esperé seis horas para hacerme el examen. El miércoles 18 de marzo me confirmaron que tenía Corona virus. Me dio miedo, pero no fue nada para todo lo que después viví”.
Se hizo exámenes y salieron bien, por lo que volvió a su casa. “El domingo ya no podía más, me dolía todo el cuerpo, me dolía respirar”. Llamó al Callcenter de la comunidad, con quienes estuvo en contacto desde que la diagnosticaron, especialmente con los doctores Alberto Sarfatis y Daniel Roizblatt. Por indicación de ellos volvió a la clínica y, luego de un escáner, le confirmaron que tenía neumonía multifocal.
Lo que vino después fue un horror que duró 37 días. Todo su organismo estaba inflamado, sus exámenes arrojaban resultados alterados, no se podía mover del dolor y la fiebre. Estuvo internada en la UTI, con oxígeno pero sin ventilador. Claudia sufre de disautonomía, lo que hace que pueda bajarle bruscamente la presión, y el día 23 de marzo se quedó sin presión, debiendo ser reanimada. Este es uno de los episodios, comenta, que revive y la vuelve a angustiar.
La disautonomía es una de las enfermedades de base que exacerba el virus, y en el caso de Claudia esto hizo “que se exacerbara de manera impactante”. Durante los días que siguieron a la perdida de presión, le costaba entre cuatro a cinco horas incorporarse, es decir, se despertaba y no podía pararse. Le costaba respirar y se sentía muy desanimada.
En su familia, su marido tuvo síntomas por un par de días, pero nada más. Y sus hijos no mostraron signos de contagio.
10 días después de hospitalización, la dieron de alta para volver a su casa. 10 días después de eso, volvió a caer al hospital. Si bien los primeros días sintió alguna mejoría, el 9 de abril se descompensó y tuvo que volver a ser internada.
Al llegar al centro médico le realizaron exámenes, que se mostraron alterados. Sin embargo, con los días, sufrió de una alergia cutánea intensa. Tan intensa fue esta reacción, que para parte de los médicos especialistas se convirtió en un caso de estudio. Un equipo médico liderado por el Doctor Jorge Larrondo presentó el caso como un artículo para la revista “Journal of European Academy of Dermatology and Venerealogy, JEADV” con el título “Exantema papular purpúrico en un paciente de COVID 19: descripción clínica y dermoscópica”.
“Estuve sola, angustiadísima, y había días, cuando me podía parar, en que no prendía la luz del baño para no mirarme, porque me daba terror encontrarme algo más en el cuerpo”. Al octavo día comenzaron a hacer efecto los medicamentos, y a los 12 días fue dada de alta por segunda vez. Ya era 21 de abril.
Un mes después de su segunda alta, pudo comenzar con kinesiología. Apoyo sicológico comenzó a recibir mientras estaba en la clínica, en modalidad online.
“El apoyo de mi familia y mis amigos fue fundamental. Mi mamá, mi hermana y mi marido, especialmente, estuvieron siempre disponibles para mí. Me despertaba y tenía 200 mensajes. Sentí diferentes muestras de cariño. Hubo dos días en que mi familia me fue a ver y me saludaban desde calle Manquehue, llevaban carteles y corazones para darme ánimo. Yo las saludaba desde la ventana, sacando mi mano por un pequeño espacio. Ese fue el día en que me empecé a sentir mejor, fue una inyección de energía”. Cuando dejó la clínica, después de tantos días relacionándose con el personal de salud la despidió con aplausos. Por ahora, extrema los cuidados y los de su familia, ya que no existe evidencia médica de que hay inmunidad. “Le diría a la gente que se tiene que cuidar mucho, que no sólo le pasa a la gente adulta, sino que a cualquiera. Yo pensé que me iba a dar tipo un resfriado, como influenza y ya, jamás pensé todo lo que me iba a pasar. Uno no sabe cómo te va a atacar”, dice Claudia, e insiste en la idea de que nos tenemos que cuidar.
(Videos gentileza de Claudia Arueste).
Carmen Muñoz: “Fue un caos”
La enfermera Carmen Muñoz (64) y el médico geriatra David Nowogrodski (68) comenzaron la cuarentena en el mes de febrero, incluso antes de que se detectara el primer caso comprobado en Chile. Ambos funcionarios de la salud de larga data -David sigue ejerciendo, pero Carmen jubiló hace aproximadamente un año- vieron en las noticias que llegaban del avance del virus en Asia y Europa un motivo para tomar precauciones inmediatas. Carmen, como nos comenta, comenzó a salir con mascarilla desde antes que incluso se masificara su uso en Santiago. Se restringieron las salidas y las visitas a su hogar. No solicitaban nada a través de delivery, y era ella -con un sistema especial, que incluía la desinfección del carro de supermercado, el uso de bolsas que no volvían a entrar a su departamento- compraba y desinfectaba todo. Sin embargo, hace algunas semanas, comenzaron a presentar síntomas de COVID19.
Primero ella, que sintió un picor en la garganta. A eso le siguió la fiebre y el dolor corporal. Luego, la debilidad y la inflamación muscular. “En un punto ya no me podía ni parar. Recuerdo haberme puesto de pie y haber caído sobre una silla porque las piernas no me respondían”. David, que presentó síntomas unos días después, no tan intensos, pero con una enfermedad respiratoria de base, se debía cuidar. Carmen, por su parte, hipertensa, y como tal también persona de riesgo, ya que para quienes sufren de alta presión arterial existe el riesgo de desarrollar una trombosis por COVID.
Nos cuenta que su primera sensación al enterarse de la enfermedad fue miedo, y que a eso sobrevino el caos en el hogar: dos personas solas, que no pueden moverse para cocinar u ordenar, pero gracias a sus hijos –Déborah, Sigal y Yonathan- que les llevaron comida y los acompañaron a la distancia en su convalecencia, lo pudieron sobrellevar.
Ahora ya sin síntomas, y a la espera del examen de confirmación de que salieron de la enfermedad, Carmen dice que el mensaje que quiere entregar a la gente es que se tienen que cuidad. “Esto le da a jóvenes y viejos, a todos por igual” y resalta que lamentablemente hay gente que por razones económicas no puede hacer cuarentena, y debe salir a trabajar igual. Pero para quienes no lo tienen que hacer, recomienda extremar los cuidados y, en caso de contagio, informar a su vecinos o comunidad. Ellos creen que alguien contagiado puede haber usado un ascensor al que subieron después, y eso porque hay gente asintomática que no deja de salir o bien otras personas contagiadas que no lo quieren informar, por miedo a que los discriminen. En su caso, decidieron contar a su comunidad del edificio, y ahora ya pueden informar que lo lograron sobrepasar.
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No salgas, #QuédateenCasa. Entre todos nos tenemos que cuidar.
Si necesitas orientación médica, llama al Callcenter de la Comunidad Judía: 56-2-26562200.