Enfrentamiento Irán versus Arabia Saudita y la posición de Israel
Por Isaac Caro
De hecho, en 2015 Arabia Saudita llevó a cabo una fuerte intervención militar en Yemen, dirigida contra los hutíes, recibiendo el apoyo de una coalición de países árabes, a los que se sumó Pakistán, así como Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, entre otros. Las intervenciones sauditas han continuado, en tanto que los hutíes han recibido el apoyo militar de Irán. Por consiguiente, el conflicto del Yemen ha implicado un enfrentamiento militar directo entre dos potencias regionales del Medio Oriente, que representan las dos principales ramas del islam, la sunnita (Arabia Saudita) y la chiita (Irán).
La rivalidad entre Riad y Teherán no se limita a Yemen, sino que se extiende prácticamente al conjunto del Medio Oriente. En Siria, en el contexto de la guerra civil que surge desde 2011, la potencia chiita ha sido un fuerte sostén del gobierno de Bashir Al Assad, mientras que Arabia Saudita ha apoyado a la oposición al régimen. En Irak, en el marco de la guerra civil tras el derrocamiento de Saddam Hussein, la potencia iraní ha apoyado a las fuerzas chiitas, mientas que Riad se ha inclinado por entregar asistencia a los grupos y milicias sunnitas, así como a los kurdos. Además, Arabia Saudita ha logrado concentrar el apoyo de la mayoría de los países árabes en contra de Irán. De este modo, en la XXIX Cumbre de la Liga Árabe, realizada en abril de 2018 en Riad, se atacó a Teherán por su intervención en la región.
Frente a esta situación, Israel no permanece indiferente. Desde la revolución islámica de 1979, que acabó con el antiguo régimen del Shah, Irán ha sostenido una sistemática política en contra de Israel, al que en varias oportunidades ha amenazado, incluso con “borrarlo del mapa”. Adicionalmente, el movimiento libanés proiraní Hezbolla, considerado como terrorista por países europeos, Estados Unidos y Argentina, entre otros, ha atacado a Israel en reiteradas oportunidades en la frontera con el Líbano. Existe creciente evidencia en la política y sociedad israelíes que Irán representa una amenaza mayor para el Estado judío, la principal amenaza, la que se acrecienta por el potencial poderío nuclear de la nación persa.
En este contexto, los intereses estratégicos de Israel y de algunos países árabes, principalmente Arabia Saudita, coinciden. No solo enfrentan a un mismo enemigo, sino que también poseen metas comunes en diferentes conflictos de la región, particularmente en lo que dice relación con Siria y el Líbano. En una entrevista realizada en abril de 2018, el príncipe de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, futuro heredero al trono, reconoció la confluencia de intereses comunes entre Jerusalén y Riad en lo que dice relación con los asuntos del Medio Oriente. Salman agregó que ambos países tienen un enemigo común representado por Irán. Israel y Arabia Saudita tuvieron posiciones comunes y de fuerte rechazo al acuerdo 5+1 firmado con Irán en 2015, el que suscribieron los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, el que establecía el fin de las sanciones económicas a Irán a cambio de salvaguardias y limitaciones en el programa nuclear iraní.
Además, hay evidencias de contactos secretos entre ambos Estados, lo que ha sido revelado principalmente por autoridades israelíes de alto rango. De este modo, el ministro de Inteligencia, Yisrael Katz, aseguró que ha invitado al príncipe Salman a visitar Israel. Por su parte, el periódico Haaretz ha informado de la existencia de reuniones regulares, que incluyen a militares israelíes y saudíes. El medio ha agregado que estas reuniones han tenido lugar en un centro de operaciones conjunto, en el que se coordinan actividades entre Jordania, Arabia Saudita y Estados Unidos. Hay que recordar que Israel y Arabia Saudita son importantes aliados de Estados Unidos.
Sin embargo, a pesar de estos intereses estratégicos compartidos, nunca han existido relaciones diplomáticas entre Riad y Jerusalem: el primero ha negado siempre el derecho de existencia del segundo. Las condiciones impuestas por Riad, y también por otros países árabes, para el reconocimiento pleno de Israel y el establecimiento de lazos diplomáticos, es la solución al problema palestino. Para formalizar los intereses estratégicos comunes entre Israel y sus vecinos árabes, sería fundamental una solución al conflicto israelí-palestino, ya sea en los términos de los bloqueados acuerdos de Oslo, o a través de una renovada iniciativa, manteniendo la fórmula de los dos Estados. De esta manera, aumentarían las posibilidades para avanzar en la construcción de una alianza entre Israel y los países árabes, que haga frente común a las amenazas representadas por Irán y que, consecuentemente, contribuya a la pacificación de la región y del mundo.