Greta Thunberg: Un Ejemplo de Tikún Olam
Por Matt Erlandsen, MA Estudios Internacionales y Estudiante de PhD en Comunicaciones.
Septiembre fue un mes ansiado para quienes estudiamos asuntos internacionales. Durante este mes, la atención se centró en Nueva York, donde se desarrolló una nueva versión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y, como cada año, fueron innumerables las actividades en torno a ella.
Esta versión no fue excepción. La activista sueca Greta Thunberg llegó poco antes a la Gran Manzana —tras un viaje de 15 días en velero desde el Reino Unido— para participar en la Cumbre de Acción Climática, que a su vez fue la antesala de la Conferencia de las Partes que por primera vez Chile organizará en diciembre próximo.
Observando el mensaje de Greta Thunberg, me llamó la atención lo internalizada que tiene la responsabilidad de legar un planeta en las mejores condiciones posible. Varios podrían justificar que su performance se debe al síndrome de Asperger que se le ha diagnosticado. Yo prefiero creer que es el reflejo de valores culturales que se traspasan de generación en generación: sus padres y sus abuelos también son activistas por distintas causas.
Como judíos no nos debería llamar la atención, ya que el respeto por el medioambiente también forma parte central de nuestra identidad, cultura, y nuestra religión desde hace casi 6 mil años. Greta Thunberg no es judía pero nos da una fuerte lección e inspiración para seguir su ejemplo de Tikún Olam, mejorar el mundo.
La académica Hava Tishosh-Samuelson se ha encargado de investigar específicamente el vínculo entre el judaísmo y el Medio Ambiente, desde diferentes enfoques, destacando en su análisis el valor de la responsabilidad dentro de la ética medioambiental judía.
A partir del aparente choque y discusión entre la mitzvá Prú urbú —“Sean fecundos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen sorbe todos los seres vivientes” (Bereshit 1:28)—, y Levadó uleshambró —“Di-s tomó al Hombre, y lo puso en el Jardín del Edén para que lo trabaje y lo cuide” (Bereshit 1:15), Tishosh-Samuelson diferencia tres pilares sobre los que la ética medioambientalista judía se sustenta: creación, revelación y redención.
En sus estudios, la doctora Tishosh-Samuelson ahonda en que la teología judía establece que Di-s creó el mundo físico y a todos sus habitantes, que el mundo es bueno, pero no es perfecto, y por eso sus criaturas se ordenan jerárquicamente de acuerdo a su capacidad de perfeccionarlo: de hacer Tikún Olam, y de ahí que los humanos estemos en la cima de la jerárquía ya que fuimos hechos “a imagen de Di-s” —Tzelem Elohim—, como un eslabón entre las bestias y Di-s.
Todos los seres humanos tienen que rendir cuentas ante Di-s por sus acciones, pero hay un grupo escogido —Israel— que debe esforzarse más en observar mandamientos que, mirándolos con detención, parecieran ser una lista de advertencias sobre los daños que hoy vive el planeta: la tierra debe descansar también en Shabat, por lo que no se puede arar, plantar, o regar en ese día; debemos respeto a la biodiversidad —está prohibido juntar dos semillas diferentes en un mismo terreno, ni generar mezclas de animales—; tenemos que limitar el sobreconsumo —por eso, la lista de animales kasher es relativamente corta—; nos debemos preocupar de las generaciones futuras y de eliminar el trato cruel con otras especies —está prohibido tomar los huevos de un nido si la madre los está empollando—, y tenemos la expresa tarea de cuidar los árboles, especialmente en las zonas de guerra.
Eso, sin destacar un grupo de las mitzvot que más sentido me hace, relacionadas con la justicia social: Peá —entregar las cosechas de las esquinas de los campos para los que no tienen tierra-, Lequet y Shijejaj —entregar a la caridad toda la gavilla que se cayó o se olvidó durante la cosecha—, Peret —no consumir para uno mismo las uvas que se cayeron de la parra—, Olelot —donar los racimos inmaduros a los hambrientos—, y Maaser Aní —entregar el diezmo para los pobres—.
Lo que me conmueve de Greta Thunberg cuando dice en la ONU que el “límite lo estamos marcando aquí y ahora” es que siento que en realidad esto siempre ha estado en la Torá, y que ahora estamos experimentando las consecuencias de no habernos tomado en serio el rol del “Pueblo elegido”.
Ahora que empezamos un nuevo año en el calendario judío, ¿cuál va a ser el propósito con que realmente nos comprometeremos? Yo, por ejemplo, dejaré de consumir botellas plásticas no retornables.