Lej Leja - La importancia del individuo
Fuente: www.mujeryjudaismo.com
Por Edith Blaustein, Jerusalem, Israel
Lej leja, significa “vete”, pero también quiere decir “ve hacia ti mismo”. Yendo hacia nosotros mismos encontraremos el modelo de relación con Dios.
En la Parashá pasada, Rashi nos explica que Noaj, finaliza luego del diluvio con el nacimiento de Abraham, con esto un mundo termina y otro se inicia.
En la Parashá de Noaj el enojo divino domina gran parte de la escena, la humanidad le falló a Dios y colmó de maldad el mundo, recién con Abraham y sus descendientes Dios establecerá un nuevo pacto.
Veamos cómo Dios se relaciona con el mundo a partir de Abraham:
Al crear a la humanidad Dios creó un solo hombre, Adam, inicio de un colectivo instruido para “crecer y multiplicarse”. Cuando Adam es maldecido, con él es maldecida toda la humanidad que existirá posteriormente y será con Noaj que Dios establece un vínculo con otro colectivo humano.
Con la generación de la dispersión, luego de la torre de Babel, podemos ver un cambio en la actitud divina para con los hombres. Dios los individualiza, los mezcla y crea diferentes naciones con diversos lenguajes. Entonces Abraham, filósofo, pensador y profeta, establece una nueva relación con Dios. Abraham busca a Dios tanto como Dios lo busca a él. Es la fe de Abraham, su humanidad, la que crea un nuevo modelo a imitar.
La etimología rabínica de la palabra hebreo “ivri”, usada en referencia a Abraham, refiere a alguien que se encuentra “del otro lado” de la humanidad, separado, solo. Todo el mundo se encuentra de un lado y Abraham del otro.
Tal vez aquí encontremos la explicación para el cese del enojo divino. Rashi explica que aquí se encuentra el distintivo de esta nueva era. La decisión divina de comprometerse con un individuo, con una persona debe ser la raíz de este cambio. Dios busca a Abraham, a un hombre, a un individuo y ya no a un colectivo. Fue una etapa necesaria para que los individuos encontraran el camino para toda la humanidad. Es la promesa de Dios hacia “individuos” como Abraham, Isaac y Jacob, que será nuestra esencia como pueblo y también nuestra tierra.
La humanidad está formada por individuos, en un principio la relación divina fue con éstos, luego se establece una relación especial con el pueblo hebreo y a partir de entonces podemos considerar que éste es el modelo que se extenderá en el futuro a toda la humanidad.
Nosotros debemos inspirarnos en Abraham, en su generosidad. En su carpa siempre abierta a los cuatro costados, en su inquebrantable fe en Dios, en su palabra y en su humildad. Él es el ejemplo que la Torá nos invita a continuar, como individuos y como pueblo.