¿Ma nishtaná? ¿En qué se diferencia este séder del de otros años?
Por Gachi Waingortin
Lo primero que deberíamos intentar es poner la emergencia en perspectiva. Muchos de nuestros antepasados tuvieron experiencias peores: algunos pasaron varios años encerrados en guetos, o escondidos en sótanos o en buhardillas. No podemos dejar de valorar que, aun aislados por el coronavirus, tenemos nuestras casas, nuestra comida y nuestra libertad. Creo que esto no es menor.
Entonces, sin quejarnos, tenemos que abocarnos a vivir un Pésaj enriquecedor y significativo. Este año, muchos jóvenes deberán asumir la responsabilidad de preparar la mesa con los símbolos tradicionales y dirigir la cena en su casa, capturando la atención y la imaginación de los niños, lo que siempre hicieron sus mayores. Y aunque probablemente han participado de sedarim familiares decenas de veces, esta vez serán ellos los adultos a cargo. Deberíamos aprovechar estas semanas de cuarentena para leer y estudiar, repasar nuestras Hagadot, repartir roles cuando esto sea posible y prepararnos para el desafío.
Lo primero es familiarizarnos con la lógica interna del séder de Pésaj. Con sus 15 pasos, la Hagadá nos guía en un recorrido de la esclavitud a la libertad. Tenemos cuatro copas: una es para el kidush con el que comienza el séder; otra da inicio a la comida; con la tercera terminamos la comida, y con la cuarta finalizamos el séder.
Al igual que en la cena de Shabat, nuestro séder parte con kidush y lavado de manos. Pero como no vamos a comer todavía, lo hacemos sin bendición. Ya antes de la comida haremos netilat iadaim y hamotzí, igual que todos los viernes. Entre el kidush y la comida compartimos los símbolos de la esclavitud: las hierbas amargas y el pan de la pobreza. Cuando los niños preguntan, les enseñamos la historia para renovar la conciencia. Y después de comer y rescatar el afikomán, bendecimos y alabamos a D-s, agradeciendo por la liberación.
Pero lo importante del séder no son solo formas sino, más que nada, los contenidos. Sabemos que uno de los nombres de esta festividad es Jag Ha Aviv, Fiesta de la Primavera. No solo debemos rescatar el respeto por la naturaleza y la ecología, sino recordar que, a diferencia del ciclo natural, con estaciones fijas e inapelables, los seres humanos debemos tener el control. En momentos de crisis como el que estamos transitando, podemos deprimirnos o encontrar la oportunidad de florecer. Jag Ha Aviv, la fiesta de la primavera (que paradójicamente celebramos en otoño), nos trae el mensaje de encarar la vida con optimismo: aun en los inviernos más crudos podemos y debemos darnos la oportunidad de renacer, de ofrecer nuevas flores, de evocar en nosotros la magia de la primavera.
El segundo nombre es Jag Ha Pésaj. La palabra Pésaj (del hebreo "pasaj" que significa "saltarse") nos remite necesariamente a las plagas de Egipto. Esta pandemia, ¿es una plaga? Y si lo fuera, ¿qué debemos aprender de ella? Deberíamos recordar las palabras de Rabí Akiva: Kol deavid Rajmana, le-tov avid – “Todo lo que hace el Misericordioso es para bien” (Berajot 60b). Pero la tarea de encontrar el bien dentro del mal no es de D´s, sino nuestra. Cuando el patriarca Jacob lucha contra el ángel (Bereshit 32) le exige una bendición antes de que se retire. Así, nosotros debemos arrancar una bendición a esta coyuntura y salir de ella fortalecidos.
Jag Hamatzot nos regala el simbolismo de la matzá, esta masa simple hecha solo de harina y agua, sin leudantes, a la que la tradición asigna el título de Léjem Oni, el pan de la pobreza. Este año es diferente de otros, nos sentimos más vulnerables, nosotros que jugamos a ser omnipotentes. Dejemos la omnipotencia al Kadosh Baru Hu y aceptemos nuestra fragilidad. El rabino Baruj Plavnik dice que la amenaza del contagio nos confronta con una paradoja: el prójimo es mi amenaza y a la vez mi esperanza. Al compartir este año la matzá, sintamos que Pésaj debe hacernos más sensibles y solidarios que nunca.
Finalmente, tenemos Zman Jeruteinu, el “tiempo de nuestra libertad”. Lo que más representa este valor dentro de nuestro séder son las preguntas. ¿Ma nishtaná? Este año Pésaj va a ser muy diferente y son muchas las preguntas que nos surgen. ¿Qué responsabilidad nos cabe como humanidad ante esta pandemia? ¿Hay algo que podamos o debamos hacer al respecto? Usando nuestra libertad debemos hallar las preguntas adecuadas, las actuales, las que necesitamos para nuestra vida. No por qué, sino para qué. No qué, sino cómo. No si actuar, sino cuándo. Preguntas que no nos paralicen, preguntas que nos impulsen a ser mejores personas, mejores judíos. Es así como potenciaremos nuestra libertad.
Este año Pésaj será diferente. Que D´s nos conceda el privilegio de volver a tener un séder familiar con abuelos, hijos y nietos sentados a la misma mesa, abrazándose y compartiendo los mensajes de la libertad.