Maimónides: una invitación a la perplejidad
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Por Gachi Waingortin
La base de una vida verdaderamente religiosa es la humildad. En la presentación del libro, Goodman dice que es compleja la relación de D´s con la religión. Cita a David Hartman, quien plantea que “D´s es la mayor amenaza para la religión”. ¿Por qué? Porque a veces sentimos que mediante rituales religiosos podemos manipular a D´s. Pero un D´s que se deja manipular, por definición deja de ser D´s. Ya lo hemos dicho en alguna otra oportunidad: D´s no es nuestro secretario.
Yuval Noah Harari culpa al monoteísmo de toda intolerancia y odio: cuando creíamos en muchos dioses, a nadie le importaba que el vecino creyese en un dios diferente; pero desde que creemos en un solo dios, competimos por la legitimidad de nuestro propio dios: siempre hay “fieles” matando a “idólatras”. Según Goodman, el gran logro del monoteísmo no es reducir a uno la cantidad de dioses: es sacar a D´s de la naturaleza, D´s ya no es la naturaleza, está más allá de ella. Por lo tanto, es Él quien detenta el poder, los seres humanos no podemos controlarlo. Ser religioso es ser humilde, asumir que no somos nosotros sino D´s quien tiene el poder.
¿Qué relación podemos, entonces, tener con D´s? En la Torá D´s está fuera del mundo, pero habla con el mundo. El Talmud establece que después de Malají cesó la profecía. D´s ya no nos habla, pero todavía podemos hablar de Él. Maimónides lo silencia aún más, dice que no podemos hablar de D´s. ¿Qué nos queda entonces?
Maimónides reconoce tres formas de llegar a D´s: la meditación mística, la acción política de mejorar la sociedad y la Halajá, una vida de mitzvot. No cumplimos porque sintamos a D´s: es a través de una vida halájica que llegamos a sentir la presencia de D´s. La religiosidad es sentir una presencia que no está presente. Son momentos muy breves y efímeros. Fe es creer que esos momentos fueron reales. La religiosidad, la capacidad de percibir a D´s, es un talento. La religión intenta cultivar ese talento y las mitzvot son nuestro entrenamiento constante.
Pero hay un peligro en esto. Maimónides describe una metáfora donde D´s está en el centro del palacio y los seres humanos tratan de acercarse al palacio. Los que cumplen la Halajá están muy cerca, pero fuera del palacio. Dentro del palacio, pero no en la recámara principal están los que van más allá de la Halajá. No solo cumplen sino también buscan a D´s con el pensamiento y el sentimiento. Los que están más cerca del Rey son aquellos que llegan lo más cerca posible a la certeza, pero entendiendo que nadie, fuera de D´s mismo, adquiere la certeza. La certeza absoluta acerca de D´s es pedantería, orgullo vano, porque la Verdad no le está permitida al ser humano. Debemos estar lo más cerca posible de la certeza, pero sabiendo que la certeza absoluta no está a nuestro alcance.
El Talmud, Eruvin 13b, dice que Beit Hilel y Beit Shamai se disputan la verdad y surge una voz del Cielo diciendo: “Elu veelu divrei Elokim jaim”, ambos son la palabra del D´s viviente, “vehalajá kebeit Hilel”, pero la Halajá es según Beit Hilel. Si los dos tienen razón, ¿por qué la Halajá es como Beit Hilel? Uno de los argumentos dice que es porque en Beit Shamai enseñan solo sus puntos de vista, mientras que en Beit Hilel enseñan ambos, dando los mejores argumentos de cada uno. La Halajá es según Beit Hilel no porque tengan más razón ni porque estén más cerca de la verdad, sino porque dan lugar a la diversidad, no se sienten los únicos dueños de la verdad, no le temen a la perplejidad. El Talmud registra algunos casos de discípulos de Beit Hilel que cambiaron de parecer y opinaron como Beit Shamai, pero ningún caso en sentido contrario. Los discípulos de Beit Hilel pueden asumir que no siempre tienen la razón, están abiertos a pensar diferente. Debemos intentar vivir cerca de la certeza, pero sabiendo que no somos los dueños de la verdad.
Nuestros tiempos nos presentan dos modelos contradictorios. Por una parte, tenemos el relativismo moral, el escepticismo existencial. La verdad no existe, ninguna opinión es válida y todas lo son; es la sociedad líquida de Bauman. Por la otra, el fundamentalismo cree que hay una sola verdad: la suya. El problema con ambos extremos es que los dos han perdido la curiosidad por seguir buscando. El escéptico no busca la verdad porque no existe; el fundamentalista, porque ya la encontró. Según Goodman, Maimónides nos invita a vivir en un estado de perplejidad, a nunca perder la curiosidad, la búsqueda de la verdad. Aceptar que otros pueden tener razón en sus posturas sin que eso amenace las nuestras. Sentir que no andamos perdidos por la vida, que estamos todo lo cerca de la verdad que nos es posible, pero que siempre podemos seguir creciendo en espiritualidad, una espiritualidad que nos permita vivir un judaísmo tradicional, pero nunca dogmático. Respetuoso de los demás y por lo tanto, respetuoso de D´s.