Shai Abramson y su viaje por las emociones de la música judía
Se presenta el 12 de noviembre en el Mercaz:
Por LPI
En su anterior visita al país, en el año 2018, este ingeniero en computación, cantante lírico y Jazán Jefe del Tzahal desde el año 2008, cautivó y emocionó al público. Por eso comenta que espera poder repetir esa experiencia es esta oportunidad, porque lo que lo motiva a cantar es la posibilidad de llegar a la gente con la música y las tefilot, conmoverlos y tocar su corazón.
Shai, ¿cómo te convertiste en un cantante de música judía? ¿Cuándo comenzaste en esta carrera?
-Bueno, en mi juventud canté en la Gran Sinagoga de Jerusalem, en el coro, cada año para las Altas Fiestas. Y mi padre es músico, solía ser el Director de la Orquesta de Cámara de Israel, lo fue por muchos años, entonces la música, en especial la música clásica, estaba presente en nuestro hogar. Y luego canté como un hobbie, pero siempre ampe la música, en especial la música lírica y cualquier otra, pero mi carrera como tal comenzó cuando fui nombrado Jazán del Tzahal.
¿Por qué, si te desempeñaste en unidades de combate y de especialización en sistemas de computación, llegaste a la jazanut en el Tzahal?
-La verdad es que yo amaba mi trabajo, trabajaba como un ingeniero en computación en la rama de logística y tecnología del Tzahal, pero después me llamaron para actuar en un evento especial que estaba dedicado a Benny Gantz, antes de que se convirtiera en el Agregado Militar en Estados Unidos. Y él ama la jazanut, al parecer, entonces me pidieron que cantara una pieza musical de la liturgia y canté la Tefilá por el Estado de Israel. El Jefe de Estado Mayor del Tzahal era Gaby Ahkenazi y estaba muy conmovido, subió al escenario y me dijo “Si no eres promovido este año en la rama de logística y tecnología, queremos que seas el Jazán en Jefe del Tzahal”. Y todos los comandantes del Tzahal estaban ahí, aplaudiendo, y así fue como pasó. Y el resto es historia, como se dice.
¿Y en qué momento decidiste esta sería tu carrera profesional?
-Después de que fui nombrado Jazaán del Tzahal participé en un montón de eventos, ceremonias e incluso conciertos, con orquestas, incluso la Orquesta Filarmónica de Israel, y otras de todas partes del mundo, que me llevaron a la conclusión de que tenía que rápidamente entrar en esto, estudiar jazanut, estudiar música, de manera de poder leer música, y esto pasó pocos meses después del evento con Gaby Ashkenazi.
La música conecta a las personas con sus emociones, en tu caso ¿qué pieza musical o canción te emociona más?
-Hay mucha música que me emociona, primero tengo que decir que estoy cantando mucho en jupot, matrimonios, y al cantar “Si me olvidase de ti, Jerusalem” al final, en la jupá, es muy emocionante, especialmente si lo haces en Jerusalem o si lo haces fuera de Israel y la gente está conectada con Jerusalem, se emocionan mucho en ese momento. Otra de las canciones que me emocionan mucho es “Bring him home”, la canción del musical “Los miserables”, que canto mucho en conciertos y shows, dedicada especialmente a los soldados caídos y a aquellos que no están con nosotros, me refiero a los soldados capturados, como Hadar Goldin, o cuando Gilat Shalit estuvo prisionero. Siempre que la canto, el público se emociona mucho.
Una de tus labores es recitar El Maale Rajamin en situaciones dolorosas o muy emotivas, como la ceremonia fúnebre para los soldados de Israel caídos o en el acto en Auschwitz en Iom Hashoá. ¿Cómo logras equilibrar la emoción que transmites en la música con tus emociones propias, las que sientes en ese momento?
-Creo que cada vez que me emociono, se nota en mi voz. Es mejor y más emocionante cuando pasa eso en un jazán, porque es un “Sheliaj tzibur”, esto significa que tiene que usar la música y sus emociones para conmover a la audiencia. Puedo decir, por ejemplo, que cada vez que en Iom Kipur rezo el “Unetane Tokef”, hay una frase que dice “El origen del hombre es polvo, su fin es polvo. Gana su pan por esfuerzo y es como una vasija rota, como hierba seca, una flor marchita, como una sombra pasajera y una nube que se desvanece, como una brisa que sopla y polvo”. Y cada vez que llego a esa parte recuerdo a mis amigos que ya no están, amigos que están enfermos, y me emociono mucho y comienzo a llorar. Cuando eso pasa, no puedo completar la frase, tengo que hacer silencio, y veo a todo el público, que están muy emocionados a la vez. Te puedo dar otro ejemplo de mi trabajo como Jazán del Tzahal: en uno de los servicios memoriales, la madre de un soldado habló al final. Estaba llorando mucho y todos estaban llorando con ella, yo también. Yo tenía que recitar El Maale Rajamin, entonces respiré profundo, tragué saliva, y comencé a cantar. Y al cabo de una frase, comencé a llorar. Y todos lloraron conmigo. Me ha pasado dos veces, en mi carrera, pero me parece bueno que transmita emociones a las otras personas.
En una entrevista para un medio comunitario de Uruguay dijiste que te pasa que te emocionas más que antes, ¿qué es lo que más te emociona de tu labor como jazán?
-Puedo decir con seguridad que ser un Sheliaj Tzibur, tener éxito en lo que haces y saber que la gente que te escucha se emociona, entiende en mensaje de la música y se siente inspirada por ella. Un chico de Australia, y otras dos personas después de él, se acercaron a mí y me contaron que decidieron hacer Aliá después de que me escucharon en un show con el coro del rabinato del Tzahal. Y esto es muy emocionante para mí, el saber que estoy influyendo, que puedo llegar al corazón de las personas.
Por tu trabajo como cantante, y por tu trabajo como jazán del Tzahal, eres un embajador de Israel para el mundo a través de la música. ¿Te sientes así? ¿Cómo asumes ese rol?
-Bueno, puedo decir con seguridad que tengo el honor y el privilegio de ser un embajador de Israel, de ser el jazán representante del Estado de Israel, y recitar tefilot, canciones y música como un sheliaj, como un enviado de Israel. En muchos eventos en los que participo me siento así. Es un trabajo único, un cargo único, que me siento muy honrado de tener.
¿Por qué piensas que generas tanta emoción en quienes te escuchan, que Denisse Preminger, con profunda convicción, decidió invitarte a Chile por segunda vez?
-Puedo decir que hago un esfuerzo grande para cantar desde mi corazón, para darle sentido a las palabras, las frases y las canciones, de manera que las personas que me escuchan pueden entender el significado y la profundidad de la tefilá que estoy recitando o la canción que estoy cantando. Y creo que la voz que tengo puede llegar al corazón de las personas. Bueno, es algo de física, también. Hay una secuencia en las voces de las personas, y hay algo en mi voz que hace que las personas me digan, con frecuencia, que tocó sus corazones. Estoy seguro de que es mi voz y la intención que pongo en mi canto.
¿Qué esperas de este segundo show en Chile?
-Espero lo mismo que en todos los shows que presento en distintos lugares, aunque es un desafío porque el primer show fue muy bueno porque además tuve la oportunidad de reunir a dos comunidades, que se volvieron una en ese momento, hubo una conexión, eso se podía sentir en el aire. Entonces esta vez voy a tratar, de nuevo, de entregar un mensaje de unidad, de paz, de anhelo por Jerusalem y saludar al Estado de Israel, y de ser un judío en donde sea que estés. Este es el mensaje que trato de entregar en mis shows.