Si la Torá es divina, ¿por qué no habríamos de leerla literalmente?
Por Gachi Waingortin
Somos muchos los que creemos que, como individuos y como sociedad, nos hace falta más religiosidad, Pero, como tantas otras cosas, la religión también está devaluada. Una razón para ello es que muchas instituciones religiosas han fallado a sus fieles en temas valóricos, que es exactamente lo que deberían haber resguardado. Pero, además, porque hay muchos que, en nombre de la religión, se transforman en personas más intransigentes, sembrando más odio que amor, lo cual es, nuevamente, lo que deberían haber resguardado.
¿El problema es de la religión o de los seres humanos que adhieren a ella? Nos falta entender mejor qué es (y qué no es) la religión. La religión bien entendida debería ser una fuente de sentido para la vida y de unión para la humanidad. Nuestra religión monoteísta debería hacernos entender que, siendo D´s uno, la humanidad también es una. La religión mal entendida, en cambio, olvida que el imperativo religioso de amar al prójimo como a uno mismo implica tratar al otro como quisiera ser tratado: con honra, con respeto, con aceptación. Olvida, quizás, que para que el otro sea un “otro” debe, necesariamente, ser diferente (si fuera igual, sería un “nosotros”).
Una de las principales causas de esta distorsión es la tendencia a hacer una lectura literal de los textos sagrados. Desde muy antiguo, nuestros sabios han insistido en que la Torá no debe leerse literalmente. Es esta la causa de la existencia del Talmud: si solo se tratara de “llegar y leer”, la idea de crear todo un cuerpo de discusión acerca de los significados e implicancias del texto sería subestimar la comprensión lectora del pueblo judío como un todo. Si se estudia, se lee, se discute, se sacan conclusiones, es porque el texto es más que lo que el texto muestra.
La Torá es el registro del diálogo entre D´s y el ser humano, entre D´s y el pueblo judío. Los judíos creemos en la existencia de un Creador que se mantiene en contacto con Su creación, le entrega directrices éticas y Le importa que se cumplan. Describir esto en palabras es difícil, por no decir imposible, porque D´s está más allá del limitado lenguaje humano. Cualquier expresión que pudiéramos emitir acerca de D´s o de su relación con el mundo, no solo queda corta, sino que Lo limita. La única forma de hablar de D´s es a través de metáforas.
¿Qué es una metáfora? La metáfora es el instrumento que permite al lenguaje representar aquello para lo cual no existen palabras, para intentar hablar de lo inefable. Cuando el lenguaje se declara incompetente, la metáfora es la única herramienta disponible.
En literatura, se define la metáfora como una comparación a la cual se le ha quitado la palabra “como”. Tomemos, por ejemplo, la frase: “Tus dientes son como perlas”. Es una comparación que sugiere dientes nacarados, lisos, brillantes, curvos y hermosos. Al sacar “como”, queda una metáfora: “Tus dientes son perlas”. ¿Cuáles serían las consecuencias de leer una metáfora de manera literal? Supongamos que un hombre envía una rosa a su esposa con la tarjeta: “Una flor para otra flor. Te amo”. El repartidor puede entender la metáfora y llegar a emocionarse al entregar el regalo. O puede leer la tarjeta literalmente y decidir que, si está enamorado de una flor, el hombre debe estar rematadamente loco, por lo que de ninguna manera va a entregar el despacho.
Hay dos consecuencias posibles de entender la Torá literalmente. Algunos concluyen que el texto es una suma de cuentos infantiles, son puras imaginaciones. El pan no cae del cielo, los mares no se abren, las zarzas que arden siempre se consumen. El aparato digestivo de los leones está adaptado para el consumo de carne, jamás el lobo pastará junto con el cordero. Si la narración no es más que una fantasía, todos sus mensajes también lo son.
Dentro de la misma línea, pero con consecuencias opuestas, están los que encuentran en el texto bíblico verdades históricas, científicas o valóricas literales. El mundo fue creado en seis días, los dinosaurios no existen. La física cuántica es una apariencia, es D´s quien mueve los electrones. Los milagros ocurrirán siempre que los pidamos con la suficiente intención.
Maimónides enfatiza que la Torá habla en lenguaje metafórico. Dentro de su época, la Edad Media, Maimónides es un hombre racional. Acepta la lógica aristotélica que afirma la causalidad de todas las cosas y cree en un D´s intangible que trasciende a la naturaleza. Demostrar que la Torá habla en lenguaje metafórico es para él una necesidad urgente, pues de otra manera, debería aceptar lo inaceptable: que D´s camina por el Jardín del Edén, tiene manos, boca, rostro y espalda. Aceptar que D´s es incorpóreo exige una de dos actitudes: o bien la Torá está equivocada, o bien se trata de una metáfora. Y Maimónides no pondera siquiera la primera opción.
Muchos de nosotros compartimos con el Rambam su racionalidad y su apego a nuestras tradiciones. No aceptamos la validez del pensamiento mágico, valoramos las ciencias positivas, somos pluralistas y respetuosos de las diferencias. Y a la vez, creemos que llevar una vida judía tradicional, cumpliendo las mitzvot éticas y rituales, ofrece una dimensión única de sentido. La Torá puede ofrecernos mensajes valóricos indispensables para enfrentar los desafíos de la modernidad. Una vida apegada a la religión bien entendida podría significar un retorno a lo mejor de cada uno, podría ayudarnos a comprender más y mejor a los demás.