Tres familias judías frente a la pandemia
Por LPI
Joanna Pilowsky y su hija Maaian.
Joanna Pilowsky, por ejemplo, había regresado a Chile sólo hace unos meses luego de vivir en el extranjero. Casada con un argentino-israelí, ambos son padres de una hija con nacionalidad norteamericana, Maaian. Viven los tres juntos.
Hasta antes de la cuarentena, cuenta Joanna, su hija estaba yendo al jardín, mientras ella y su marido buscaban trabajo. Ella es sicóloga laboral y su marido sociólogo y Máster en Relaciones Internacionales. “Nosotros llegamos a Chile en octubre, nos tocó vivir el estallido social y después esto, pero algo de rutina teníamos: Maaian iba al jardín y nosotros estábamos buscando trabajo más estable”.
Los días viernes, realta, “íbamos a la casa de mis papás para hacer Shabat. Lo hacíamos más temprano para que mi hija pudiera participar y después se quedaba a dormir ahí. Cuando empezó la pandemia, empezamos a hacer Shabat acá y nos adecuamos a sus horarios, en el sentido de que hacemos Shabat y cenamos los tres, a las 7 pm, y a ella le fascina. Si hay algo positivo de todo esto, yo creo que es eso, que nos hicimos una rutina de Shabat que a mi hija le encanta”.
Además, cuenta que hasta el comienzo de la crisis sanitaria era su madre que le hacía las jalot para cada Shabat, y ahora ella aprendió y las preparan con su hija. De la misma forma, ha participado en algunas de las clases del ciclo “Orim u Banim”, que organizan la Fundación Avayu y el Círculo Israelita de Santiago, CIS, “pero la verdad es cuando termina el día, cuando acostamos a nuestra hija, ya estamos muertos. Son difíciles los horarios con niños chicos”.
¿Cómo se vio afectada su vida de familia? “Al principio, en marzo, nos dejamos de ver con mis padres, pero después nos veíamos aunque poco. En la segunda cuarentena, pasamos como seis semanas sin verlos, y eso fue duro para mi hija, que está acostumbrada a ver a mi mamá, y fue difícil manejarlo”. Ahora que levantaron la cuarentena su mamá ya pudo volver a visitarlos y ayudarlos con Maaian.
Sin embargo, para Joanna este confinamiento les ha dado la oportunidad de estar cerca de su hija en un período de crecimiento que es complicado. “Tenemos la suerte de vivir en un condominio con un jardín grande, y eso ha sido otras de las cosas positivas, porque desde marzo que todas las tardes baja al jardín y ha tenido la actividad física que necesita y tan encerrada no ha estado. Mi hija cumplió dos años en cuarentena, entonces pudimos estar súper al pendiente de su crisis de su crecimiento, de los “Terribles dos”, y así contenerla más”.
Claudio Stiffel y Michelle Mocanu.
Claudio Stiffel:
“Esto no debería terminarse”
Claudio Stiffel y su esposa, Michelle Mocanu, estaban en Miami, Estados Unidos cuando se desató la pandemia. También estaban en esta ciudad su hijo mayor, su esposa y sus dos nietas. El 16 de marzo, su hijo y su familia viajaron a Chile, y él debía viajar al día siguiente, sin embargo se cancelaron todos los vuelos. Decidieron, entonces, con su esposa quedarse en Miami. Hace una semana, recién, regresó a Chile.
“Antes de la pandemia, iba a Shajarit tanto como era posible, los días lunes y jueves. Tengo una actividad bastante nutrida con la comunidad. Hace muchos años que tenemos un grupo de estudio con el Rabino Eduardo Waingortin, que nos reunimos los días jueves; aparte de eso, estudio con el Rabino Alejandro Bloch sobre Talmud. El Shabat siempre fue en mi casa, con toda mi familia, después empezaron a aparecer las pololas y se casó el mayor, que es el único que está casado, y siguieron viniendo hasta que aparecieron los nietos y empezamos a alternarnos con ellos, semana por medio hacíamos los Shabatot acá, y también para las fiestas”.
Para Claudio, Zoom ha ampliado las posibilidades de actividad comunitaria judía. Por ejemplo,m se han mantenido los almuerzos de los jueves, pero considera que las clases son “mucho más intensas, mucho más concentradas y uno tiene la oportunidad de aprender más”.
“También asistí a muchas shivot, se formaron minyanim virtuales, entonces podíamos permitir que los avelim dijeran kadish; eso ocurrió muchas veces y fue bueno”, agrega. “Creo que esto no debiera terminarse, ese ha sido mi planteamiento cuando converso con los rabanim. Yo he visto, en algunas reuniones, a 400 personas conectadas. Por ejemplo, en la charla que dio Mario Kreutzberger, dijo que si él hubiera tenido que hacer eso en una comunidad, hubiera ido mucho menos gente, habrían tenido que preparar iluminación, mover gente de producción, y en cambio esto permitía que mucha gente que no tenía la posibilidad, ahora con cualquier dispositivo -su teléfono, un iPad, su computador, incluso sin video, escuchando solamente- podían estar en contacto. Presencialmente es limitado el número de personas que pueden asistir. Así que ojalá que lo podamos seguir haciendo”.
“Esto no debería terminarse, debiera ser un nuevo acercamiento a las comunidades”, enfatiza, añadiendo que -para él- otra cosa a destacar “es que se ha creado una comunidad judía mundial que no existía. Hoy tenemos una kehilá que no es la kehilá de La Reina o de La Dehesa, que no es el Mercaz o la Bnei Israel, sino que es una hermandad de judíos mundiales que nos acercamos y compartimos enseñanzas, momentos de dolor, de alegría, que siempre se hicieron un ambiente muy cerrado. Ha sido muy enriquecedor, yo le doy gracias al COVID”.
Franklin Risnik y Cuqui Michaely.
Franklin Risnik y Cuqui Michaely:
“Ha sido una experiencia súper enriquecedora”
Franklin y Cuqui casi no necesitan presentación: él ha sido durante años Director del CIS y de La Palabra Israelita, mientras ella es una integrante fundamental del voluntariado de la comunidad. Pero vale la pena señalar que viven solos, y son padres de dos hijas, Claudia y Nicole, y abuelos seis nietos.
¿Pueden contarnos cómo vivían su judaísmo antes de esta pandemia? ¿Celebraban Shabat, asistían a los servicios en la sinagoga, se reunían en familia para los jaguim, etc.?
Cuqui: Siempre participamos mucho. Yo participo de siete voluntariados, que dos los formé yo. Los voluntariados son el Grupo 45+, el Grupo70+, el voluntariado del Hogar Beit Israel, la Mikve, soy guía del Museo Interactivo Judío (MIJ), la Jevra Kedisha y Nijum Avelim. Todas las semanas iba al Hogar, tomaba café con los residentes, y eso ya no se puede. Entonces en el Grupo 70+ le llevamos, todas las semanas, comida al personal.
Franklin: Yo, hace seis o siete años que soy Director del Círculo Israelita y desde hace más o menos el mismo tiempo soy Director de La Palabra Israelita. Asistía a varias reuniones y actividades en la semana, y los viernes al Kabalat Shabat, no te voy a decir que todos los viernes pero bien seguido, sobre todo en el último tiempo, desde el año pasado, yo motivado más bien por la Cuqui.
Cuqui: Normalmente íbamos a Shabat en el Mercaz y nos quedábamos al Kidush y otras veces hacíamos Shabat en la casa o en las casa de mis hijas.
¿Cómo fue el cambio que vivieron, en ese sentido, con la cuarentena?
Cuqui: Emocionalmente me afectó, pero a verdad que estoy metida en cuatro charlas a la semana, por lo menos, de todas las que hay. Y creo que eso me ha mantenido activa y unida con la comunidad de una manera increíble, me encanta.
Franklin: Para mí ha sido una experiencia bastante enriquecedora y me siento más ligado a la comunidad ahora. Después de haber estado cuatro meses encerrado y todos los días, aunque sea por Zoom o Facebook Live, a los rabinos y a los charlistas, como que me ha hecho sentirme mucho más dentro de la comunidad, con una relación no sé si más estrecha, antes uno iba al Shabat y conversaba con la gente, y ahorra todos los días estaba metido en alguna charla y todo eso hace que te sientas más cercano. Además que encuentro que toda la gente de Marketing y Comunicaciones del Mercaz lo han hecho fantástico, además de La Palabra, todo el esfuerzo que han hecho ha sido realmente grande, y creo que el sentimiento mío debe ser el de mucha gente. El otro día, en el primer Shabat que se hizo desde la sinagoga, habían más de 150 dispositivos conectados, que deben ser al menos 300 personas. Ha sido una experiencia súper enriquecedora.
Cuqui: Aunque es difícil no tener lo presencial, eso se echa de menos.
Franklin: En el caso de La Palabra, creo que el formato online ha tenido aceptación y creo que es el camino que va a tener que seguir, sobre todo ahora que con la pandemia hasta la gente mayor se ha vuelto usuaria de redes sociales, páginas web, etc. Creo que el futuro de La Palabra Israelita va a estar en esas plataformas, en las redes sociales y en la página web.
Y si pudieran sacar una conclusión positiva de esta contingencia, ¿cuál sería?
Cuqui: Yo creo que la unión con la comunidad, con el CIS, porque estamos conectados de lunes a domingo.
Franklin: Falta el tú a tú, no poder ver a tus hijos y a tus nietos, eso se hace realmente difícil, pero tanto para ellos como para uno. Para todos ha sido una experiencia que nadie esperaba pasar y a la que nos hemos adaptado poco a poco.