Una convocatoria consolidada en el mundo del arte
Por LPI
Organizado por el Departamento de Extensión Cultural, el Concurso de Arte del CIS es una convocatoria abierta a artistas profesionales y aficionados, y genera grandes expectativas entre los participantes que, habituales o nuevos, envían sus obras para participar.
Justo antes del momento de juzgar y elegir las obras seleccionadas para la muestra y premiación del jueves 28 de noviembre, conversamos con los miembros del jurado para conocer sus impresiones sobre la respuesta y las obras enviadas al VIII Concurso de Arte del CIS.
¿Cuáles podrían decir que fueron las diferencias, si las hubo, entre esta versión del concurso y las anteriores?
Daniel Rosenfeld: No encuentro que haya una diferencia sustancial. A lo mejor la cantidad de gente que participó es superior. Más gente participando significa que el concurso no sólo es interesante sino que se da más a conocer, que va agarrando un prestigio, que el artista que postula está interesado en participar para tenerlo en su currículum. Eso te dice que uno participa ya no sólo por el premio sino porque es más conocido. Y las obras que vi me parecen súper bien, en el mismo nivel que hemos mantenido todos los años.
Lo bueno es hacer invitaciones más abiertas en la parte de la temática, porque si tú restringes a los artistas y le pones un tema puntual, lo fuerzas y lo obligas a representar tal cosa qué hay que hacer, en cambio si es más abierto la creatividad fluye más fácil también. Cuando lo haces abierto el artista puede volarse en su propia temática, en su propia contingencia.
Cristián, este es su primer año como parte del jurado. ¿Qué lo motivó a participar?
Cristián Silva: Fui invitado por Pilar. Me motivó la cercanía que tengo con este tipo de situaciones, es como una “especialidad de la casa” (bromea). Esto acostumbrado a opinar sobre trabajos, soy profesor hace como 30 años, entonces es una cuestión de casi todos los días, el estar evaluando, emitiendo juicios, que son asuntos que no a mucha gente le acomoda o le nace, pero para mí es una especie de misión. Así lo siento.
¿Qué le pareció destacable de esta versión del concurso respecto de las otras?
Mario Fonseca: En las obras mismas, aunque no sean tantas, creo que hay un buen conjunto.
Pilar Cruz: Creo que la cosa está como otros años. Pero en general me siento una afortunada, porque siento que este concurso tiene una trayectoria, que la gente ya lo conoce, que es serio, que además damos unos premios relativamente buenos, vemos que la gente que lo gana queda feliz con los premios. Si uno contribuye un poco a que un artista esté en mejores condiciones.
¿Qué creen a los artistas a participar de este concurso?
C.S.: Es bien de perogrullo, pero lo que yo creo que es que quieren participar de un evento, de un acontecimiento, donde participan otros artistas. Yo creo que es sentirse formarse parte de algo. Los artistas hacen cosas porque no lo pueden evitar Y esas cosas que no pueden evitar hacer las necesitan mostrar.
D.R.: Es una instancia para mostrar.
C.S.: Para mostrar trabajos, para compartirlos y para quizás recibir un reconocimiento.
D.R.: Es el prestigio que te puede dar el concurso, aunque primero es la cuestión de exhibir y de producir, de mostrarse, contrastarse entre ellos, y en última instancia entre ellos.
M.F.: Aquí se da como un cruce diagonal de algunos artistas que hemos visto, con currículums importantes y expectativas, a personas más primerizas o más espontáneas, que se van dando cuenta mutuamente.
¿Qué creen que hace que este concurso se prolongue en el tiempo? ¿Y qué es lo que nos va a llevar a una IX versión en el 2020?
D.R.: La Pilar (Cruz) y la Jenny (Chicurel, Coordinadora de Extensión Cultural del CIS).
P.C.: Las ganas y la voluntad de que exista.
D.R.: El público lo espera, los artistas lo esperan, los socios del círculo lo esperan.
¿Cómo eligieron a los ganadores del concurso? ¿Qué criterios consideraron para juzgar?
M.F.: Es muy variada la recepción de obras, el año pasado fue bien consistente, el año pasado hubo un cuerpo de fotografía interesante.
C.S.: Esa es la pregunta típica de los estudiantes cuando les estás poniendo nota. Es una cuestión muy subjetiva, que tiene que ver tanto con sensibilidad personal como con la experiencia, y la combinación entre las dos cosas. Si tú me preguntas a mí, yo necesito que haya en el trabajo que yo pueda percibir que esa persona necesitó hacer eso, que no lo puedo evitar, que era indispensable para poder seguir viviendo hacer el trabajo. Y eso a veces se siente. Y luego, un segundo criterio, que es un indicador para mí, es que el objeto artístico tenga un conflicto. Que hay una cuestión que está viva, que está en acción, por solucionarse. Qué haya una tensión. Y después ya hay cuestiones más secundarias que son las típicas, la composición, el manejo del oficio, que no es tan relevante pero que influye también un poco. Pero lo principal tiene que ver con la energía”.
P.C.: Yo no creo que haya algo que está bueno y algo que está malo. Incluso hay cosas que no me gustan y que creo que son súper interesantes. Trato de sacarme esa cuestión del “Me gusta, no me gusta”. Es un ejercicio que he hecho en el último tiempo, más que antes, y para evaluar a veces digo yo “Quién soy yo para evaluar”. Coincido con Cristián en que necesito ver que esa persona genuinamente necesita hacer lo que está haciendo. Y eso uno lo siente.
C.S.: Y que sea un aporte en el contexto general.
D.R.: Pero eso también es subjetivo, porque los aportes pueden ser distintos para distintas personas. Y lo que quiero agregar yo tiene que ver con el entrenamiento de estos cuatros pares de ojos. Tenemos mucho circo nosotros, hemos visto mucha calle, mucha obra. Yo llevo 35 años como gestora cultural, armando exposiciones, estudié arte también, y lo hemos visto, tenemos los ojos entrenados. Detectamos en dos segundos al que copió, al que se inspiró, y la copia burda, eso lo detectamos al tiro. No es que una obra tenga que ser original para ser bueno, porque el arte se nutre del arte. A lo que dice Cristián, que concuerdo plenamente, le agregaría que la obra propusiera una instancia de reflexión, que uno se quedara como pensando, dando vuelta, verlo de nuevo, darle una segunda lectura, que llame al trabajo intelectual, que no sea una cuestión plana, fome, bonita, decorativa. Y en la parte formal, de la factura, para mí es importante. Eso me hablar a mí de alguien que está 100% en lo que está haciendo. Y, “last but no least”, tiene que estar dentro de la bases, hemos dejado obras afuera porque no cumplen con las medidas. Pero eso también me habla de la seriedad del artista.