Volver para contarla
Por LPI
Recién llegados, entrevistamos a los estudiantes Miguel Kreisberg, Taly Guitlitz y Yael Budnik para que le cuenten a la comunidad cómo vivieron este viaje, rodeados de amigos y reflexiones que han aportado a su identidad y cultura judía.
Miguel Kreisberg: Durante todo el año realizamos muchas actividades y tuvimos importantes aprendizajes de preparación para el VDE, que fueron muy relevantes, debido a que nos motivó a darle realidad y conocer con nuestros propios ojos, todas aquellas cosas acerca de nuestro judaísmo y de Israel que veníamos escuchando no sólo en este último año, sino que durante toda nuestra vida académica en forma teórica.
Todo lo incorporado durante el año contribuyó a que nuestro viaje fuera mucho más significativo, no sólo estuvimos en los lugares de los que tanto habíamos hablado, sino que comprendimos con profundidad lo que había ocurrido en ellos e incluso pudimos proyectar en nuestras mentes como había sucedido y por qué, lo que le dio un todo nuevo sentido a la experiencia.
Taly Guitlitz: Todo el año estuvimos aprendiendo sobre la Shoá y sobre la sociedad israelí. Al llegar a Polonia estuvimos preparados para afrontar la ida a los campos de concentración, trabajo y exterminio. Ya sabíamos lo difícil que sería, pero también sabíamos cómo se produjo todo, por lo que al llegar a los campos relacionamos todo nuestro conocimiento previo. Además, debido a esta preparación entendimos todo lo que se perdió. La vida y la cultura de los judíos antes y cómo cambió hasta llegar al día de hoy. En Israel ocurrió algo similar, ya que habíamos aprendido sobre la historia de los lugares que íbamos a visitar. Entendimos la importancia de cada uno de ellos. Estábamos preparados, listos y muy ansiosos por poder conocer sobre lo que tanto nos habían hablado.
Yael Budnik: Los contenidos que aprendimos este año aportaron mucho. Por sobre todo lo que nos enseñaron en memoria histórica. Como tuvimos muchas clases de Shoá, entendíamos muy bien lo importante que eran los lugares en los que estábamos. En cada lugar en el que estábamos podía relacionar lo que nos mostraban con lo que habíamos aprendido.
¿Cuéntanos de la experiencia que más te emocionó a lo largo del viaje ¿Cómo crees que el viaje de estudios aportará a tu futuro e identidad?
MK: La experiencia que más me emocionó fue sin lugar a duda la visita al Kotel. A pesar de que no era la primera vez que lo visitaba, creo que la sensación que provoca cuando uno lo mira y luego lo toca es realmente única, es una mezcla entre pertenencia a algo milenario y una conexión más fuerte que nunca a tu judaísmo.
El viaje de estudios, tanto en Polonia como en Israel, me permitió plantearme preguntas con respecto a mi identidad como judío, y el tipo de persona que deseo ser. Una de estas me surgió mientras caminábamos por los campos de exterminio y estábamos observando con detalle lo que los judíos de la época habían tenido que soportar en Polonia. Resulta impresionante, que aun soportando todas esas atrocidades, hayan mantenido su judaísmo y su fe. Esto me llevo a preguntarme quién soy yo para perder estas tradiciones y la responsabilidad que me cabe dentro de ellas. Sentí que si ellos luego de todo lo que vivieron aun las mantuvieron, entonces yo también debía hacerlo.
TG: Una experiencia que me emocionó y marcó mucho fue la ida a los distintos campos de la Shoá. Vi todo lo que se perdió, todo lo que tuvieron que vivir mis antepasados, mi familia. Pero también hubo otros momentos del viaje que estuvieron llenos de alegrías y que tampoco olvidaré jamás, por ejemplo, nuestra ida al mar muerto, lugar en el que todos logramos conectarnos con la tierra y entre nosotros.
YB: El momento que más me emocionó fue cuando mis compañeros vieron el Kotel por primera vez. Antes de ir al mirador, nos hicieron hacer parejas... la idea era que una persona que ya haya ido al Kotel guíe a otra que era su primera vez allí. Estaban todos con los ojos cerrados, y a la cuenta de tres todos los abrieron. Fue muy emocionante ver sus reacciones. Al fin estaban viendo con sus propios ojos el lugar que tanto les hablaron. Me encantó ver las distintas reacciones: en ese momento empezó el viaje en Israel. Veníamos con muchas expectativas y el viaje aportó mucho en mi futuro como judía. Me di cuenta de que puedo vivir el judaísmo de la manera que yo quiero, y además, que es mi responsabilidad, (por todo lo que ha pasado el pueblo, y como bisnieta de sobrevivientes del holocausto), contar las historias del pueblo y agradecer cada oportunidad de estar en Israel.
¿Qué destacas de la convivencia en grupo y la experiencia de haber viajado con amigos?
MK: Destaco que el viaje de estudios genera instancias únicas para afianzar lazos con tu generación que ningún otro viaje o momento te habría provisto. Desde tener vivencias muy fuertes en Polonia con un compañero al lado, como jugar a algo divertido en Israel, todos estos momentos me permitieron conocer mucho más íntimamente a las personas de mi generación con quienes pensé que ya era muy tarde para formar lazos. Terminé el viaje con muchos más amigos y cercanos de los que tenía cuando llegué, y eso es realmente invaluable, habiendo compartido con ellos una experiencia maravillosa.
Como experiencia en general de haber viajado con amigos, es bacán cada momento vivido. No importa si se trata de solo un viaje en bus o la visita a un museo y sin importar que tanto te guste la actividad, se hace increíble y divertida si la compartes con todos tus amigos. Uno lleva gran parte de su vida compartiendo enseñanzas judaicas con esos mismos amigos y compañeros con los que has crecido, y es lindo y significativo tener la oportunidad de comenzar a culminar esta etapa escolar, de esta forma tan especial e imborrable, con los mismos con quienes la comenzaste.
TG: El estar un mes lejos de casa y sin tu familia, es bastante difícil. Por suerte tenía a mis amigos conmigo. Este viaje nos ayudó a todos a unirnos más y a pasar más tiempo con ellos. Vivimos experiencias únicas con las personas que más queremos y que nosotros mismos elegimos para que estén cerca nuestro. Pero además, había personas qué tal vez no eran tan cercanas, pero que gracias a este viaje tuvimos la oportunidad de conocer mejor. Ya no somos solamente una generación o un grupo de amigos que se quiere, ahora somos una familia. Logramos sobrepasar todas las dificultades juntos. Nos ayudamos los unos a los otros cuando lo necesitábamos. Nadie estuvo solo, todos teníamos a alguien en quien confiar. Este viaje me hizo abrir los ojos y entender la suerte que tengo de estar rodeada de personas así de buenas.
YB: La convivencia fue increíble. Creo que como generación logramos conocernos mucho más. La mayoría aprovechó este viaje para acercarse a compañeros con los que se había alejado y para hacerse nuevos amigos. Haber viajado con amigos fue muy entretenido, nunca faltaban risas.