publicado hace 5 días
“Hay desafíos importantes en cómo convocar y movilizar a la hermandad”
Guila es la tercera mujer en asumir el cargo de Presidenta de B’rith B’rith. La primera fue Úrsula Bab de Kychenthal, quien ejerció en dos períodos, 1983 y 1985, y luego Emma Finkelstein, quien ejerció la presidencia entre 2014 y 2016. En su caso, siendo miembro hace ocho años de la organización fraternal enfocada en asuntos públicos y ayuda social fundada en Chile en el año 1936, su motivación vino de considerar que “era un momento en que había que hacer cosas distintas, que estábamos en una etapa en que debíamos tomar decisiones y en la que yo realmente quería aportar dentro de la organización”.En los últimos dos períodos, con la presidencia de Jaime Fuchs (2017-2020) y de Boris Kisiliuk (2021-2022), Guila había formado parte del Comité Ejecutivo de la organización, por lo que su aporte desde el trabajo voluntario había comenzado en un momento anterior. Había llegado a B’nai B’rith invitada por su pareja, Carlos Heller, integrándose a la Filial Maimónides, donde tuvo oportunidad de conocer “el amor, el compromiso, el cariño y la convicción” de los hermanos y hermanas de la entidad, lo que la conquistó. Guila, en palabras simples, ¿qué es lo que hace B’nai B’rith?-B’nai B’rith significa “Hijos del pacto”, por eso el requisito para pertenecer es ser una persona judía o judío mayor de 18 años. Históricamente, la organización se estructuró pensando en integrar o reunir a judíos que venían de distintas partes del mundo, básicamente inmigrantes. Entonces existía un concepto de responsabilidad hacia el cuidado del otro, a las viudas, a los huérfanos, lo que era parte de su misión. Hoy en día B’nai B’rith se posiciona como una organización que tiene dos grandes focos de trabajo. Primero, integrar estos judíos en el lugar donde viven, en este caso en Chile, desde el punto de vista de compromiso personal, de la hasbará, del apoyo a Israel e, internamente, transferir, transmitir y vivir todo lo que tiene que ver con las tradiciones del judaísmo. No obstante, en nuestra organización te encuentras con gente que se define como laica, que no profesan directamente la religión judía, hasta gente bastante más religiosa. Entonces, esa es una de las cosas interesantes que nos diferencia de la mayoría de las instituciones comunitarias, esa transversalidad. Otro de los ejes de trabajo de B’nai B’rith es la acción social, tanto hacia dentro de la comunidad y como hacia afuera de la comunidad judía. Apoyamos a personas que son parte de la comunidad, pero también a quienes no son judíos y que son parte de la sociedad en la que nos insertamos. Hacia la comunidad judía, nuestro proyecto más conocido es el programa de becas para jóvenes universitarios, que es el programa que permite asegurar a todo joven judío que quiera estudiar en la universidad que no haya una restricción desde el punto de vista financiero para lograrlo. Por lo tanto, lo que se ha hecho históricamente es apoyar -durante más de 15 años- a casi un centenar de jóvenes para completar su educación superior. Por otro lado, que sentimos que es la parte más importante, este apoyo incluye que cada joven tiene un mentor, que es un profesional de un área afín a lo que él estudia, o de su misma profesión, que lo acompaña durante todo el proceso. Hay un compromiso de parte del mentor de apoyar a ese joven y sacarlo adelante en todos sus temas, tanto profesionales como -lo más importante- personales, porque son jóvenes que en muchos casos requieren un apoyo más profundo en lo personal.¿Cuáles dirías que son principales desafíos debes enfrentar en este período o, dicho de otra forma, en que te gustaría enfocarte? —Lo que buscamos es desarrollar proyectos que permitan, tanto a la B’nai B’rith como a sus hermanos y hermanas, movilizarse y que, al mismo tiempo, nos visibilicen tanto dentro como fuera de la comunidad. El tema es que, hay que reconocer, estamos en una situación -tal como la mayoría de las instituciones comunitarias-, ya que cuesta encontrar gente que quiera trabajar o que quiera participar más allá de alguna actividad puntual. Y lo que queremos hacer es convocar internamente a nuestros miembros para este objetivo. No podemos pensar en seguir haciendo lo que se hizo en los últimos 80 años, entonces hay desafíos importantes en cómo convocar y movilizar a la hermandad. Yo diría que ese es un gran desafío. ¿Qué crees tú que tu experiencia a nivel personal y profesional aporta como sello particular a esta presidencia?—Primero, creo que ser mujer es un sello distinto, permite ver las cosas muy en el contexto de que lo que hagamos sea un trabajo conjunto para llegar a un resultado que nos aporta a todos. Además, mis años de experiencia en el liderazgo de empresas y desarrollo de organizaciones también me aporta habilidades para encabezar la organización. En el plano de las relaciones humanas, el haberme formado como coach tiene un valor distinto en la medida que me permite entender un poco mejor a las personas, me permite ponerme en el lugar de ellas. Junto a esas premisas, además, tengo un Comité Ejecutivo, en el que cado uno decidió estar presente con la idea de aportar y de hacer que la organización vuelva a posicionarse, a visibilizarse, a brillar, estando dispuestos a entregar tiempo, dedicación y obviamente -de repente- pasar algunos malos ratos. Nada es fácil.