Aprendiendo a rezar en casa II
Por Gachi Waingortin
Las seis estrofas siguientes parecen cambiar de tema. Ahora el poeta habla con una extraña interlocutora: “Mikdash mélej, ir melujá”, santuario, ciudad real, levántate, ya has llorado demasiado, D-s te reconfortará. “Hitnaarí, meafar kumí”, levántate del polvo, vístete con la ropa de tu gloria, el hijo de Ishai acercará a mi alma la redención. “Hitorerí, ki va orej”, despierta que llegó tu luz, la gloria de D-s se manifestará sobre ti. “Lo teboshí ve lo tikalmí”, no te avergüences ni te deprimas, que pronto serás reconstruida. “Veahiú limshisá shosaij, verjakú kol mevalaij”, se alejarán de ti tus enemigos, D-s se alegrará contigo como el novio con su amada. “Iamín usmol tifrotzí”, te extenderás, alabarás a D-s y te alegrarás junto al descendiente de Péretz.
El poeta le habla a Jerusalem con palabras de Isaías. La reconstrucción de Yerushalaim marcará el fin del exilio, la era mesiánica, “al iad ben Ishai Beit Halajmí”, con el hijo de Ishai de Bet Lejem, y “al iad ish ben Partzí”, con el hijo de Péretz. Estamos hablando del rey David (Ish ben Partzí se refiere a Péretz, hijo de Yehuda y Tamar, antepasado de Boaz y del rey David).
La idea es que la reconstrucción de Jerusalem, la reunificación de las diásporas, será el principio y el signo de la redención mesiánica. Nuestros anhelos como pueblo judío son dos y es uno solo: la reconstrucción de nuestra nación en la tierra de Israel y la perfección del mundo bajo del reinado de D-s, “Letaken olam bemaljut Shadai”.
Esto nos lleva de vuelta al Shabat. Cuando nuestros sabios hablan de la era mesiánica, la describen como “iom shekuló Shabat”, el día que será todo Shabat. Y cuando hablan del Shabat, lo describen como “Meein olam habá”, una muestra del mundo venidero. Shabat es un día perfecto, donde debe reinar la armonía y el equilibro entre nosotros y el mundo. Shabat es una muestra de lo que será el mundo redimido. Por eso termina Lejá Dodí con su última estrofa, invitando al Shabat, visualizado como una novia, a entrar en nuestras vidas e inspirarnos en nuestro empeño por construir un mundo mejor: “Boí beshalom ateret baalá”, ven en paz, corona de su Amado, con alegría y regocijo; al seno del pueblo elegido, ven novia, ven novia”.
Después del Lejá Dodí, leemos los salmos 92 y 93, dedicados al Shabat. Aunque se recita todos los días en las oraciones matutinas, el Salmo 92 se llama “Mizmor Shir leiom hashabat”, Salmo del día de Shabat.
Comienza diciendo “Tov lehodot laAdon-ai”. Es bueno alabar a D-s, cantar a Su nombre en todo momento y tomar conciencia de la grandeza de la Creación. En sintonía con los seis salmos anteriores, enaltecemos a D-s como creador del mundo, pero agregamos “Ki simajtani Ado-nai befoaleja”, porque me alegraste, D-s, con Tu obra. El mundo ha sido creado para nuestro goce. Es una idea optimista de la vida que complementa el concepto de Tikún Olam. El mundo necesita que lo mejoremos, pero también que lo disfrutemos. Debemos “bemaasé iadeja aranén”, alegrarnos con la creación divina. Shabat es un paréntesis en nuestra actividad creativa donde nos dedicamos a gozar de la vida, de nuestras relaciones afectivas, del mundo y todo lo que contiene.
El Salmo pasa a un tema más complejo, la prosperidad del malvado: “Bifroaj reshaím kemo esev”, los malvados brotan como la hierba. Brotan y florecen en aparente impunidad. Pero, mientras el insensato lo ve y no comprende, el salmista sabe que esta prosperidad es efímera: “Tzadik katamar ifraj”, el justo como la palma florecerá. Finalmente, la justicia se hará evidente, los malvados desaparecerán y los justos serán recompensados.
El salmo compara al justo con una palmera datilera que crece recta y con dignidad, que da frutos dulces y abundantes, florece aun en climas adversos e indica la presencia de agua en los oasis del desierto. El justo es también comparado con el cedro del Líbano, “Keerez balvanon isgué”. A diferencia de la palmera, el cedro es un árbol fuerte, robusto, cuya madera revestía las paredes y columnas del Templo de Jerusalem. Así, el cedro del Líbano nos remite al concepto de fortaleza creciente, santidad y comunicación con D-s.
Las palabras finales del salmo, “Lehaguid kiiashar Ado-nai, tzuri veló avlatá bo”, proclamar que D´s es justo, mi roca en Quien no hay injusticia, declaran nuestra esperanza en la justicia divina. La relación con el Shabat se hace evidente cuando la unimos a la primera parte del salmo. En Shabat dejamos de producir, dejamos de trabajar por Tikún Olam, para dedicarnos a gozar de la vida. Pero sería muy difícil disfrutar viendo tanta injusticia, que a los malvados les va bien y a los buenos les va mal. El salmo 92 nos dice que podemos disfrutar tranquilos porque finalmente la justicia se cumplirá.
Finalmente, el salmo 93 evoca a D-s como el creador de un mundo inconmovible, sometido a Sus leyes y Su voluntad. De esta manera, el Kabalat Shabat nos guía hacia el día de reposo generando un estado de ánimo especial: conscientes de nuestro lugar en la Creación, un lugar en el que no somos todopoderosos pues dejamos esa condición a D-s; un lugar donde podemos confiar en la justicia, la permanencia de los valores, la redención de nuestro pueblo y de la humanidad; un lugar donde podemos reposar, alegrarnos y disfrutar.