¡Bienvenido Diego Edelberg!
Por LPI
Diego, ya estás ad portas de tu regreso a Chile, ¿cómo se están preparando tú y tu familia para este retorno?
-Estamos muy entusiasmados con esta nueva etapa que comienza, de nuestro retorno a Chile para sumarnos como familia a la gran familia del CIS. Gracias a D-s los meses en Israel han sido de un crecimiento enorme para todos nosotros como familia. Estamos cargados de la espiritualidad que emana en este lugar, y es nuestro deseo poder irradiarla y compartirla con toda la comunidad. Como la vida misma, el retorno demanda un balance entre el cierre de una etapa y el comienzo de otra. En estas últimas semanas que nos quedan, estamos ordenando lo que queda por hacer aquí, mientras planeamos lo que seguirá allá.
¿Cuánto tiempo estuviste en Israel y cuál fue tu ocupación en este período?
-Estuvimos aquí nueve meses, lo cual cubre el período entero de dos semestres de estudio que forman parte del requisito en la formación de un rabino conservador/masortí. Durante ese período, tome 20 cursos y rendí todos los exámenes correspondientes. Es una demanda muy grande de tiempo y concentración, pero el resultado es maravilloso en tanto lo que se puede aprender para seguir compartiendo. Al fin de cuentas, el objetivo del tiempo de estudio aquí es doble: por un lado, elevar al máximo posible el nivel de conocimiento y sabiduría judía, teniendo acceso a prestigiosos rabinos y académicos que viven y enseñan aquí; por otro lado, aumentar aún más la relación personal, familiar, religiosa y también secular con Israel, no sólo en el aspecto religioso, sino en la vida del día a día aquí.
¿Cómo fue este año? ¿Puedes contarnos un poco de dónde vivían, cuál era su rutina?
-Gracias a D-s el año fue una bendición. Se manifestó con una sincronicidad y fluidez notable. Vivimos en una zona hermosa de Jerusalem, en el barrio de Katamón, en un departamento dentro de un complejo histórico llamado Beit Kadima, construido antes de la declaración del Estado de Israel (aquí hay más información: https://en.wikipedia.org/wiki/Beit_Kadima). Nuestra rutina empezaba muy temprano y funcionaba de domingo a viernes al mediodía. Todas las mañanas, yo salía de casa temprano para llevar a Hannah de 5 años y Samuel de 3 al gan, y de ahí me iba hacia el Majón Schechter (https://en.wikipedia.org/wiki/Schechter_Institute_of_Jewish_Studies), donde cursaba el resto del día. Las estudios incluyeron todo el abanico posible de géneros: Torá, Mishná, Talmud, Halajá, Jasidut, filosofía judía, historia, misticismo e incluso estudios académicos modernos sobre estética judía, sociedad y diversidad Israelí. También sobre los lugares sagrados de Jerusalem, además de práctica rabínica. Generalmente, volvía a casa a eso de las 19 hrs. (a veces más tarde), cenaba con mis hijos y los acompañaba a dormir. Mi esposa Laila estuvo, durante este tiempo, con licencia por maternidad ya que vinimos con nuestro hijo Tobías con 20 días de vida, así que ella se encargaba de estar con él y ayudar con toda la logística fundamental de la casa y los chicos el resto de la tarde para que yo pueda dedicarme al estudio en tiempo completo. Por supuesto, con la llegada del COVID19, la rutina cambió a partir de febrero y mis estudios continuaron online y los chicos en casa. Pero el último tiempo se reanudó y, mientras escribo, estas palabras el gan continúa y yo me encuentro en casa preparando todos mis exámenes.
Por supuesto que una de las experiencias más hermosas de nuestra rutina aquí fueron los Shabatot, que aprovechamos para conocer distintos tipos de comunidades y estilos religiosos. ¡En Jerusalem la diversidad de comunidades es inabarcable, están todos los estilos posibles!
¿Algo que hayas echado de menos de Chile estando en Israel y que creas que puedes echar de menos de Israel estando en Chile?
-De Chile extrañamos los domingos en familia y con amigos. En Israel no hay domingos ya que Iom Rishón (domingo) es día laboral y realmente lleva tiempo acostumbrarse a ese cambio. Quienes hacen aliá dicen que es uno de los cambios más grandes. Por otro lado, la posibilidad de salir de casa y tener las montañas chilenas es algo que siempre me inspira y extraño cuando no estoy allí. ¡Pero Jerusalem es Jerusalem! Vivir aquí es realmente increíble y apasionante. La energía de esta ciudad, en su modernidad israelí junto al hecho de vivir a 20 minutos caminando de la ciudad antigua, es algo que extrañaré. Lo otro que sin dudas extrañaremos es la obviedad de cuán fácil es la vida judía aquí: los feriados (Jaguim) son iguales para todos, el Shabat es para todos, en el supermercado al pagar te saludan deseando “Shabat Shalom” (¡incluso un hombre trabajando en la caja de un supermercado al enterarse que estaba estudiando para ser rabino se puso de pie me dio una bendición!) y el poder comer kasher en casi todos los lugares públicos es un placer.
Además, comprobamos una vez más que la rudeza israelí es solo externa, por dentro los israelíes son de una dulzura gigante. Prueba de eso es la cantidad de ayuda que recibimos de todos, incluidos nuestros vecinos, que no conocíamos de antes y nos ayudaron con incontables cosas. Aquí hay un sentimiento de unidad que no es común en otros lados.
¿Qué fue para ti lo más relevante de este período en Israel?
-Lo más relevante fue la inmersión total en la cultura, idioma, vida y estudios en Israel. Conocer detalles sobre cómo piensan y viven su rutina los israelíes, tanto los jóvenes como los adultos, los profesores, los rabinos, los padres de los compañeros de mis hijos del gan, cómo es un gan en Jerusalem y vivir la vida como uno más en la que uno se siente mayoría y no minoría del país (junto con los desafíos que eso representa).
¿Cuáles son sus expectativas al regresar a Chile?
-Se qué Chile no es el mismo que dejamos hace nueve meses atrás. Nos fuimos justo unos días después del 18 de octubre de 2019. Y entre medio de ese desafío este año se sumó el desafío del COVID19. Realmente es impresionante el cambio de lo que ha pasado en tan poco tiempo. Sin embargo, soy una persona de fe, optimismo y esperanza. Mi expectativa al regresar a Chile es sumar energías desde mi lugar para que todos juntos como sociedad (más allá de la dignidad de nuestras diferencias como individuos) podamos salir adelante como país. Así, y con la ayuda de D-s, podamos vivir unidos en un propósito más grande que nos convoque como unidad en la diversidad. Por eso asumo mi rol de servicio desde el judaísmo como algo expansivo y no sólo limitado a la comunidad judía. De hecho, si no contribuimos con Chile desde nuestra particularidad judía, estaríamos en falta con lo que rezamos todos los días en el “Aleinu Leshabeaj” cuando decimos que nuestra misión es “Letaken olam”, “mejorar el mundo”, y no sólo nuestra vida y la de nuestro pueblo. Estamos juntos como pueblo en este ecosistema del mundo.
¿Y cuáles son tus expectativas al integrarte al Círculo Israelita de Santiago?
-Mi expectativa es poder conocer y servir a las familias del CIS, celebrar juntos momentos de alegría y abrazarnos en momentos de tristeza, aprender y descubrir juntos la espectacular sabiduría que tiene nuestra tradición para vivir una vida plena de sentido. Creo profundamente en la importancia de la vida en comunidad. Veo la espiritualidad judía como una forma de redención de la soledad. No se puede ser judío solo. Al mismo tiempo y no siendo para nada una contradicción, creo profundamente también en la importancia que cada judío y judía se encuentre con su propio judaísmo individual. La preocupación central del judaísmo es que cada uno de nosotros realice una transformación espiritual personal a lo largo de nuestras vidas, y desde ese lugar pueda contribuir con su particularidad y talento único a la comunidad y la sociedad.
Además, y en lo personal, me entusiasma poder volver a trabajar en equipo junto a los rabinos Eduardo, Gustavo, Ariel y Pato, y también compartir mi pasión musical y educativa con el jazán Ariel. El rabino Eduardo es realmente uno de los representantes más importantes del judaísmo masortí/conservador de Latinoamérica, y siento que -guiados por él, en un grupo de rabinos con más años en el rabinato- será una oportunidad de crecimiento para mí. Espero desde ese lugar y con la ayuda de D-s poder sumar a la tarea sagrada que ya despliegan todos los días.
¿Qué sabes de la comunidad del CIS?
-Sé que es una comunidad profundamente comprometida con D-s, la Torá y el pueblo de Israel en su totalidad. Lo sé por lo que se manifiesta en el compromiso comunitario del CIS, que se ve en todo el esfuerzo que se despliega constantemente en las actividades, grupos de estudio, ceremonias y tantos otros espacios compartidos de todas las edades. El judaísmo no es algo que está ahí afuera, sino que somos nosotros mismos los embajadores de cada generación judía. Entender eso, y asumir la responsabilidad que representa por las generaciones pasadas y las que vendrán, demanda simultáneamente un trabajo enorme de humildad y jutzpá (atrevimiento sagrado). El CIS representa esa tensión entre el agradecimiento y honor de lo recibido de las familias históricas de la comunidad, y el atrevimiento sagrado y necesario para seguir siendo una voz vigente y comprometida con el judaísmo de su propio tiempo. Sé que es una comunidad que, si bien es numerosa, se presenta a sí misma como familiar y sensible a necesidades de cada familia. La tarea que demanda ser una comunidad tan grande se sostiene por ese compromiso que se despliega en múltiples contribuciones, incluyendo el trabajo sagrado y silencioso del voluntariado, del que debemos estar agradecidos y orgullosos. Siento que la comunidad comprende que la historia judía somos cada uno de nosotros y la hacemos entre todos.
Eso es lo que ha demostrado la comunidad del CIS, no sólo a mí sino al mundo judío, puesto que aquí en Israel la mayoría de las personas que conocen algo de la comunidad judía de Chile conocen del CIS. Estoy profundamente agradecido al CIS por confiar en mí y mi familia, orgulloso de formar parte y por la posibilidad de contribuir con esta hermosa comunidad. Todas mis energías van a estar puestas en nuestra kehilá.
¿Cuál crees que puede ser tu aporte a esta kehilá, digamos, tu sello?
-En el año 2017 presenté mi tesis para mi Maestría en Educación Judía en el Hebrew College de Boston sobre “Synagogue Engagement”, basado en la importancia de recuperar espacios de transformación espiritual individual en las comunidades judías. Las palabras claves aquí son “transformación individual en comunidad”. Desde ese entonces, en paralelo a mis estudios rabínicos, vengo abordando un área que lidia con el aprendizaje socio-emocional que se relaciona con lo cognitivo (la capa externa del conocimiento) y lo emocional (la sabiduría interna). De esta manera, logramos acercamos a la tradición encontrando no sólo información, sino también transformación. El objetivo es que cada encuentro con nuestra tradición pase de ser interesante a convertirse en apasionante. Para eso utilizo técnicas interdisciplinarias que fusionan contenido tradicional (Tanaj, Talmud, Midrash, Halajá, Majshevet Israel, Kábala y Musar) con otras herramientas menos convencionales que lidian con el desarrollo personal y la educación socio-emocional. Mi estilo fusiona el academicismo de mi formación académica con la espiritualidad de mi vocación. Mi primer título es una licenciatura en música (ópera, música de cámara y piano) lo cual me permite utilizar herramientas artísticas y musicales como parte de estos encuentros. En ese delicado equilibrio que convoca múltiples áreas que se unen, mi misión es generar espacios de encuentro espiritual con uno mismo, con los otros y con el mundo en un marco judío que hace que cada día sea una aventura espiritual que logre contagiar el entusiasmo de vivir la vida judía con orgullo y plenitud.
¿Podrías dejarnos un mensaje para los lectores de La Palabra y del CIS que están esperando tu llegada?
-Estos meses en Israel, me hicieron tomar conciencia una vez más del poder que tienen nuestras esperanzas. Ya pasaron 72 años del establecimiento de Medinat Israel y, sin embargo, hace menos de un siglo el Israel que conocemos hoy era una idea, un deseo, una esperanza. Gracias a D-s hoy es un realidad. Eso nos recuerda que la realidad que vivimos hoy no necesariamente representa el único escenario posible. Estos meses han sido difíciles para todos en todo el mundo. Deberíamos siempre recordar el ejemplo de Israel para recordarnos que nuestra situación de cuarentena, aislamiento e incertidumbre no es la única realidad posible. Nuestros pensamientos crean la realidad en la que vivimos. Así como Israel fue una vez un pensamiento, un sueño y hoy es una realidad, de la misma manera y con la ayuda de D-s nuestra situación actual va a cambiar y pronto volveremos a la realidad de los abrazos y la vida en comunidad. Como cantamos en el Hatikva, el Himno de Israel: “¡Od lo avda tikvateinu!”, ¡Aún no hemos perdido nuestra esperanza! ¡Fuerza! ¡Juntos saldremos adelante!