Con el permiso del Rabino y de todos Ustedes, quiero partir agradeciendo a cada uno de quienes están aquí, en nombre de todos los que trabajamos en el Mercaz -voluntarios, staff, Directorio, rabinos y el equipo de Culto- por haber decidido, un año más, venir y rezar todos en comunidad. La sinagoga repleta tiene una energía que es muy difícil poner en palabras. Días como hoy nos demuestran que no venimos al “Círculo”, nosotros somos el “Círculo”.
A los más jóvenes y a los niños, les quiero agradecer porque su presencia acá le da vida a sus padres y a sus madres, y les demuestra a los abuelos y abuelas que la continuidad judía es una realidad. A todos los adultos, gracias por llenar la sinagoga, y a los abuelos y bisabuelos -que gracias a D-s son numerosos- muchas gracias porque por ustedes sabemos que la mejor forma de que nuestros hijos vengan a la sinagoga en el futuro, es que ellos nos vean a nosotros acá, como nosotros los vemos venir a ustedes hace tantos años. A todos aquellos que están conectados y que están acompañándonos virtualmente, que por alguna razón no pudieron venir o están fuera del país: familia, amigos, esperamos hacerlos sentir cerca a pesar de la distancia física.
Este año que nos deja se va con aprendizajes y alegrías, pero también con preocupaciones y desafíos. Un año lleno de razones para estar orgullosos, pero también para estar preocupados. Todos nosotros, como judíos, compartimos al menos dos desafíos. Por un lado, el antisemitismo y el odio a Israel, que este año no dio tregua y vimos ataques constantes, en todo el mundo, a personas e instituciones. Familias que deciden migrar de su país porque no se sienten seguros de vivir ahí por ser judíos, e incluso situaciones cotidianas como tener que pensar si uno camina o no con kipá en la calle, son cosas que se han vuelto, lamentablemente, bastante normales y ya no nos sorprenden. Incluso en Chile también existieron actitudes injusta e inexplicablemente hostiles hacia Israel y, por lo tanto, hacia todos los judíos.
El segundo desafío es la asimilación. Por diversas razones, todos estamos expuestos a la asimilación. Es una especie de “cambio climático” que va avanzando despacio, hasta que vemos su efecto de golpe. Demasiados judíos están hoy desconectados de su identidad judía, y en realidad lo que necesitamos son más judíos para el futuro del judaísmo.
Ahora, como si esto fuera poco, tenemos un tercer desafío, y es la falta de unión entre judíos, la disputa interna. La situación que vive Israel hoy, las divisiones y las peleas por temas religiosos, políticos y sociales, si bien no todos son nuevos, han alcanzado este año sin duda un nivel demasiado alto de preocupación y dolor para todos. Sin embargo, a pesar de todo eso, viendo la sinagoga repleta, viendo a las familias juntas, tenemos el derecho y el deber de ser optimistas, por Am Israel y por nuestra comunidad.
Este año entramos en nuestro segundo siglo de vida como comunidad, y estuvimos más activos que nunca. Tenemos una comunidad realmente espectacular, de la cual todos debemos estar orgullosos y cuidar. Una comunidad completa, sana, activa y diversa.
Reflexionamos mucho, también, sobre nuestras prioridades como comunidad, y de cómo -a pesar de que pasa el tiempo- se mantiene más vigente que nunca nuestra responsabilidad con la vida judía plena en el país, que todo judío y judía que quiera vivir su judaísmo y todo su ciclo de vida pueda hacerlo. Por otro lado, la responsabilidad que tenemos de potenciar el judaísmo en cada uno de nosotros, creando comunidad.
Este año acompañamos a muchas familias en la celebración de Bar y Bat Mitzvá de sus hijos y sus hijas; nuestros rabanim oficiaron decenas de jupot; nuestros minyanim funcionando todas las semanas; todo el calendario judío celebrado en comunidad; y también acompañamos a muchas familias que despidieron a un ser querido, y en estos días que son tan difíciles para alguien que despidió recientemente un ser querido, esperamos que el calor de la comunidad haya estado y esté con cada una de estas familias.
Cientos de personas estudian en algún grupo de estudio del Mercaz. Hay grupos que llevan más de 30 años, otros llevan dos o tres meses, sin embargo nuestro desafío constante es brindar cada vez más oportunidades para que cada uno de nosotros quiera aprender y estudiar algo nuevo.
Se realizaron varios viajes durante el año: una nueva version del viaje “Travesía”, una primera versión de un viaje de estudios con el Rabino Ari Sigal para jóvenes que no estudian en el Instituto Hebreo, y auspiciamos también un primer viaje de Taglit Inclusivo. TuComunidad, el voluntariado del Mercaz, trabajó todo el año haciendo realidad los valores de Tikún Olam y ayudando a quien lo necesite. Somos la casa de Bet El, una tnuá que semana a semana trabaja con nuestros jóvenes para potenciar los valores judaicos. Y seguimos trabajando con el Instituto Hebreo, con nuestro Gan, que cada vez tiene más niños y que ahora suma un nivel más.
Como pueden ver, es una comunidad muy activa y completa. No por eso hacemos todo bien ni mucho menos, de hecho tenemos muchísimas oportunidades de hacer cosas mejores, diferentes, y es justamente eso lo que nos permite renovar la energía para, con pasión y con humildad, hacer las cosas cada año un poquito mejor.
También fue un año de hacer cosas nuevas: renovamos el edificio del Cementerio Israelita de Conchalí y próximamente esperamos renovar el paisajismo y trabajar en el Cementerio de La Unión, para que tengan esa mezcla de tradición, renovación, cariño y austeridad que creemos que es tan importante.
En la juventud también hicimos cosas diferentes. Vino un joven de la comunidad y nos provocó a hacer las cosas de forma diferente, a repensar los programas para juventud. Como resultado, hoy funciona el programa Kadima, que es un programa de jóvenes para jóvenes, un doble orgullo, porque por un lado tiene un Directorio totalmente formado por jóvenes, que lo hace muy bien, trabajan con nuestros rabinos y con el equipo de Juventud, y por otro lado, el “jóven” que provocó esta innovación es don León Avayú y tiene 91 años.
En el Mercaz estamos para hacer juntos lo que no podemos hacer cada familia por separado. Aquí lo colectivo está por delante de lo individual, y no hay muchos lugares así hoy en día. Nuestro plan comunitario es trabajar no solamente para ser judíos, sino para querer ser judíos y para que nuestros hijos quieran serlo. Ahora, para querer ser judío, hay que saber, entender, vivir, compartir judaísmo. Para eso estamos acá. Pero no alcanza con un plan comunitario. Cada familia debe trabajar por este objetivo y en su hoja de ruta para tener su plan de vida judía. En general, no tener un plan no funciona para muchas cosas y cuando algo es importante, como la continuidad judía, tener un plan es fundamental.
Entonces, cuando escuchen que en el Círculo Israelita decimos que el judaísmo se vive en el Mercaz, estamos hablando de planes de vida judía y en trabajar juntos en potenciar el plan de vida de cada uno de nosotros.
Quiero agradecer especialmente a nuestros rabinos, que lideran nuestra comunidad con pasión. No es fácil liderar una comunidad grande y diversa, y ellos lo hacen muy bien, día a día.
Hoy en especial quiero agradecer al Rabino Eduardo Waingortin. El mes pasado, el 1 de agosto de 2023, el Rabino Eduardo cumplió sus primeros 35 años liderando nuestra comunidad. Sólo tengo palabras de agradecimiento y espero poder representar a la Comunidad y a todas las familias que estamos acá para agradecerte por muchas cosas.
Primero, agradecerte por haber dedicado tu vida a Am Israel y dedicar tu vida, y tu familia, al judaísmo, pudiendo haber hecho cualquier cosa. Yo te conozco muchos talentos, eres entre muchas cosas maestro, bombero, contador, jardinero, y todo lo haces bien. Pero decidiste dedicarte a Am Israel y eso es una bendición con la que nos cambiaste la vida para bien a todos nosotros.
También quiero agradecerte por tener grandes sueños para nuestra Comunidad. Desde 1988, en la calle Tarapacá, soñaste en una comunidad unida y tuviste aspiraciones grandes. Eduardo, quiero agradecerte por tu moderación, que es la que nos mantiene a todos unidos, y por tu innovación constante, que es la que nos mantiene a todos en movimiento. Fundaste Bet El, nos ayudaste a trabajar para mudar la sinagoga aquí para estar más cerca de nuestras casas, armaste con generosidad un equipo de rabinos, cuando nadie lo hacía, y de esa manera, fomentaste que la comunidad pudiera crecer.
Quiero agradecerte también por representar a los judíos de Chile durante estos más de 30 años, porque nos representaste y sigues representando con sabiduría, bondad y firmeza.
Finalmente, quiero agradecerte, en forma personal y por mi familia. Nosotros llegamos a Chile y no conocíamos a ni una persona, y tú nos abriste tu casa invitándonos a un Shabat. A partir de ahí siempre tu casa estuvo abierta, para nuestra familia y para tantas familias más. Tu casa y tu familia, Gachi, Yael, Eliana, Tali y Natan, son un ejemplo para nosotros y les estamos muy agradecidos.
Alguna vez escuché que uno termina siendo el promedio de las 10 personas que tiene a su alrededor y, por eso, hay que saber elegir bien a quien te rodea. Sin duda, muchos de nosotros te tenemos en la lista de nuestras 10 personas más cercanas. ¡Gracias Eduardo por estos primeros y por los próximos 35 años!
Querida Comunidad, hacer comunidad tiene mucho de actitud, así que gracias a todos los que están acá, gracias a todos a los que cuidan a la comunidad y a los que hablan bien de ella. Si hay una cosa que me gustaría dejar grabada en nuestros corazones este año es que, entre judíos, desde Israel hasta Chile, debemos preferir tener paz y unión a tener razón. Una comunidad unida, respetuosa y alegre, es el mejor regalo que le podemos dejar a nuestros hijos.
Gmar Jatimá Tová para todos.
*Transcripción editada del mensaje del Presidente del CIS en Iom Kipur 5784, lunes 25 de septiembre de 2023.