“Tenemos que hacer mucho más de lo que se está haciendo, y Chile tiene la posibilidad de hacer mucho más”
Por LPI
Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, ONU, dijo esta semana que estábamos frente a una crisis similar a la de 1945, post Segunda Guerra Mundial. ¿Es así, en su opinión?
-Lo que tenemos acá, en primer lugar y desde el punto de vista de la epidemia, es del orden de magnitud de la crisis que hubo en 1918. Es un evento que ocurre una vez en un siglo. Esto genera un shock de oferta y un shock de demanda, a diferencia de otras recesiones, que normalmente fueron de demanda. Salvo la crisis de 1973, que tuvo que ver con el alza del petróleo, que sí fue un shock de oferta y que nos generó un fenómeno de estanflación, es decir, estancamiento con inflación, todas las otras crisis han sido más bien por el lado de la demanda. Partieron desde el sector financiero, como una crisis de deuda, lo cual provocó pánico en los mercados financieros, una caída dramática del precio de los activos, mucha incertidumbre, cayó el consumo –el consumo depende de la riqueza-, cayó la inversión -porque ante la incertidumbre se cae la inversión- y eso hizo que la demanda agregada de la economía cayera y entráramos en la recesión, como la Crisis Subprime (2008) o la crisis que tuvimos el año 1998, que tuvo las mismas características.
Acá tenemos una situación distinta, acá tenemos un shock de oferta -no de la misma naturaleza, pero con elementos de la crisis de 1973- y esto tiene que ver con que tú no puedes usar tu capacidad instalada porque la gente tiene que estar en cuarentena. Al mismo tiempo, se produce un shock de demanda, porque caen el consumo y la inversión, y eso genera un riesgo de que se produzca una quiebra masiva de empresas, sobre todo de los sectores de servicios y vinculados al comercio, los más afectados y que son -además- los sectores que hoy día generan la mayor cantidad de empleo. Se piensa que Chile es una economía de recursos naturales, pero estos sectores –que probablemente van a sufrir menos- no son muy intensivos en empleo; hay una caída del precio del cobre, pero la minería puede que siga funcionando con cambios de turno, con nuevas medidas. Entonces, tenemos el riesgo de tener una situación de desempleo muy masiva.
A esto hay que sumarle a que nosotros venimos saliendo de otra crisis, o por lo menos esta opacó la anterior, que es la crisis y el estallido social. Y, por lo tanto, eso nos genera una situación delicada, en que si las familias empiezan a quedarse sin ingreso, se empieza a producir mucha angustia.
¿Cómo se evita llegar a eso?
-Esto no es inevitable. Chile tiene la mejor posición en América Latina, porque tiene el menor nivel de deuda pública. De hecho, entre los países de la OCDE, estamos entre los dos países con menor nivel de deuda. Entonces, tenemos la capacidad de hacer gastos, que no son recurrentes, pero que son gastos que se hacen por una sola vez y que pueden tener efectos de largo plazo extraordinariamente positivos. El no hacerlo nos puede llevar a arrastrar una situación por muchos años, en que se produce un deterioro del crecimiento del largo plazo y muy significativo. Y quiero ser bien franco, yo comparto con mis colegas macroeconomistas -no soy macroeconomista, pero sí entiendo de finanzas y entiendo de cómo funcionan los negocios- que el riesgo que por la crisis de liquidez aquí se genere un problema mayor, eso es real, y creo que tenemos que hacer mucho más de lo que se está haciendo, y Chile tiene la posibilidad de hacer mucho más de lo que se está haciendo. Porque todas aquellas empresas que eran viables antes de la crisis, que hoy día están afectadas por sus ingresos, obviamente, cuando se resuelva esta situación, para seguir siendo empresas viables tienen que ser protegidas. De esa manera estamos protegiendo dos cosas: el empleo de la gente y ese capital intangible que está en las empresas, que no está en los activos físicos, que tiene que ver con el conocimiento tácito, la forma de trabajar, etc. Quiebras masivas, como las que tuvimos el año 1983, son un desastre para la economía, y toman muchos años en recuperarse. Entonces, hoy día, debería ser prioridad número uno resolver esos temas, y yo creo que estamos haciendo poco en esa materia.
¿Con esas medidas no recurrentes, entonces, se podría evitar una crisis más profunda en estos sectores de la economía?
-Claro, hay países que simplemente están dando subsidios significativos para mantener el empleo. Chile también lo está haciendo, pero contra el Fondo de Desempleo de cada persona, entonces se genera una situación de ansiedad, de angustia, porque si efectivamente esa persona se queda sin dinero en su fondo y pierde su trabajo, va a estar en una situación complicada. Hoy es el momento en que uno tiene que hacer política haciéndose cargo de la tremenda angustia y el sufrimiento que genera esta situación en las personas, y ese sufrimiento es mucho mayor en las familias de menores recursos. También está el tema de los trabajadores por cuenta propia, que son los trabajadores más vulnerables; esa gente básicamente no está generando ingreso, y decir que van a tener un bono de $ 50.000… ¿Por qué no dar la tranquilidad de decir que, mientras estemos en cuarentena, vamos a seguir dando un bono mensual? De tal manera de que ellos sepan que no tienen que salir a la calle a buscar trabajo, porque eso lo único que hace es aumentar el riesgo de contagio. Creo que no estamos haciendo todo lo suficiente, desde el punto de vista económico, para enfrentar esta crisis. Esta es una crisis muy profunda, en términos de que vamos a tener -a diferencia de lo que ocurrió en la crisis anterior, la Subprime- una caída del PIB probablemente de casi todos los países del mundo, salvo China, que se está recuperando, pero que va a tener un crecimiento menor al de los últimos años; desde los años ’90 que no va tener un crecimiento tan bajo. Incluso en la crisis Subprime China siguió creciendo, al 6%.
Lo que vamos a tener acá es, por una parte, un shock externo de gran magnitud, que lo estamos viviendo ya, y que está compensado por la devaluación del peso, pero no vamos a tener los mismos volúmenes de exportación que teníamos el año anterior y eso directamente se contabiliza como reducción del Producto Interno neto, y un deterioro de nuestros términos de intercambio, es decir, la relación entre el precio de los productos que importamos versus los que exportamos. En segundo lugar, una gran crisis de liquidez, que va a botar a empresas, empresas no tan chicas a veces. Y vamos a tener que ser lo suficientemente creativos para buscar soluciones. El problema es que estas intervenciones requieren ser súper pragmático y heterodoxo. En momentos de crisis el mercado no resuelve los problemas, incluso los agrava, porque los mercados financieros reaccionan, se apanican, y esto tiene un efecto sobre la economía real súper importante. El problema es que, cuando se han deteriorado las confianzas de la población -que es un fenómeno que viene de largo tiempo, pero que lo vimos estallar con el estallido social de octubre de 2019- no va a ser fácil tomar esas medidas, en que aparece el Estado apoyando a las empresas, en especial cuando se ha generado un empresa anti empresa.
No quiero ser catastrofista, pero esta es una situación súper compleja y requiere una visión de conjunto, una visión compartida, no tratar de sacar ventajas pequeñas ni de corto plazo en lo político. Pero también se requiere un Estado que actúe de acuerdo a la magnitud de la crisis.
En estos momentos, la “Mano invisible” del mercado parece ser realmente invisible. ¿Cree que esto tiene que ver con la tan bullada “crisis del modelo” o no tiene que ver con eso?
-Creo que Chile tuvo un período de crecimiento rápido, extraordinario; salimos de la pobreza extrema y redujimos dramáticamente la pobreza. Pero hay ciertos bienes públicos o sociales que, en la mayoría de los países, son provistos por el Estado, elementos de solidaridad dentro de ciertos tipos de servicios, en los que en Chile nos fuimos a un extremo. Y eso de alguna manera nos pasa la cuenta. El tema de la salud es un buen ejemplo, en que tenemos -por una parte- el sistema privado, las Isapres, con un comportamiento -además- inexplicable: anunciaron un alza de los planes de un 4% y 5% en medio de esta crisis. Lo que queda claro es que la salud, en sus aspectos de cuidar temas infecciosos, es un bien público, donde el individualismo no resuelve el problema. Entonces, ¿estamos todos contribuyendo para que el Estado tenga esas capacidades de resolver estos problemas? Y la verdad es que probablemente no estamos haciendo lo suficiente.
Por lo tanto, lo que vamos a tener que hacer no es un cambio del modelo completo, no, porque el mercado tiene un rol muy importante en la asignación de recursos. El mercado también genera los incentivos para innovar -tenemos que valorizar el emprendimiento y las empresas que invierten e innovan- y nos permiten desarrollarnos y crecer. Pero hay ciertos ámbitos en que vamos a tener que hacer correcciones. ¿Cuáles ámbitos? Sin duda en el tema de las pensiones. Es responsabilidad de todos los sectores políticos el haber dejado pasar 15 años sabiendo que las pensiones que íbamos a pagar a futuro iban a ser extraordinariamente bajas. Eso no puede ser, ahí tienen que haber elementos de solidaridad, y ahora recién estamos empezando a corregir eso, pero a un costo altísimo. El estallido social tuvo enormes costos reputacionales para nuestro país y el tema de las pensiones es probablemente uno de los aspectos que estuvo detrás de eso.
En el tema de la salud, vamos a tener que repensar cómo es el seguro de salud, y probablemente lo que va a tener sentido es lo que existe en Inglaterra o Canadá. No estamos hablando de soluciones socialistas, estamos hablando de economías de mercado, que tienen un seguro de salud de plan único, en el están todos, y que ha sido tema de discusión desde que se discutió el Auge. Vamos a tener que repensar eso, porque evidentemente necesitamos más elementos de solidaridad, sobre todo cuando estamos expuestos a pandemias y a otros tipos de situaciones en que sólo el Estado puede actuar en favor de todos.
En medio de esta crisis, ¿cree que hay sectores de la economía que puedan salir fortalecidos o tener nuevas perspectivas? Por ejemplo, ¿cree que la ampliación del teletrabajo puede aumentar las oportunidades para el mercado laboral o modernizar la relación laboral?
-Lo que ha ocurrido es que este shock llevó a cambiar las prácticas e incorporar el tema digital de forma abrupta a las empresas, y eso puede tener efectos de más largo plazo. De todo lo negativo, acá puede surgir un elemento positivo, que es que seamos capaces de modificar y adaptar nuestra forma de trabajo. Podría ocurrir que el teletrabajo aumente su incidencia en la economía. Y eso tiene una serie de ventajas, que pueden ser interesantes. Ahora, no es teletrabajo puro, es una mezcla, porque tú no puedes reemplazar la relación interpersonal, la empatía, la sensación de equipo, de que estamos en la misma, y eso se genera mucho más en el vínculo cara a cara. Probablemente, lo que se va a tener que hacer es combinar teletrabajo con trabajo presencial; eso se puede hacer. Hay que construir capital social, porque es clave para innovar. Steve Jobs era muy crítico del teletrabajo, porque decía que la innovación ocurría cuando en una oficina, en un equipo, una persona desarrollaba a una idea sobre la idea de otra otra persona, y comenzaban a discutirla. Bueno, eso es un extremo. Pero efectivamente hay algo que el teletrabajo no va a sustituir, y es ese entusiasmo de engancharte con otra persona, pensar, crear, y para eso tiene que ser una mezcla.